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¿Cómo influyen los padres en la autoestima de los adolescentes?

En un principio somos los padres el espejo en el cual los hijos miden su valía como personas, e influenciamos en el autoestima de los adolescentes, aunque el mundo les refleje también como los ve con las opiniones de  sus amigos, hermanos, maestros; ellos se mantendrán fieles a lo que ven en el espejo de sus padres, mientras sean niños y adolescentes, pues somos su referente más importante, afectivamente las personas más cercanas.

Para que este espejo sea positivo debemos: valorarlos y aceptarlos por lo que ellos son, teniendo además  una comunicación adecuada. 

La confrontación con tu hijo adolescente

La adolescencia es la etapa de la confrontación del hijo con sus padres. Nos puede causar mucho sufrimiento, pero no por esto vamos a evitarla siendo permisivos o dándole la razón en todo, pues por un lado, es necesaria para que él logre su autoconfirmación y tome distancia de los padres reconociéndose como alguien diferente, y por otro lado lo estamos educando y todavía no tiene madurez para tomar solo todas las decisiones, habrá muchos aspectos en los que los límites de los padres todavía sean necesarios y las opiniones esclarecedoras.

Lo importante es tener un canal de comunicación abierto con él, privilegiando el escucharlo que el sermonearlo. Así podemos conocer cómo está pensando, para poder guiarlo mejor… dando cabida a la negociación, pues constatar que los padres los escuchan y consideran sus argumentos e ideas correctos, se gana en confianza y ellos crecen en seguridad consigo mismos.

Lo que el adolescente busca en nosotros, sus padres, es un modelo claro de lo que significa ser adulto, es por esto que debemos actuar con responsabilidad, como adultos, con criterio claro y no por evitar el enfrentamiento, declararnos personas inseguras sin opinión.

Hijos seguros y amados

La Familia, es el punto de referencia afectivo más importante. Es en dónde nuestros hijos se descubren amados y reciben la seguridad afectiva que los llevara a desarrollar una alta autoestima. Desde la primaria o educación básica, nuestros hijos desarrollan una mayor socialización haciendo sus propios amigos, descubriendo que podrán ser más afines a unos niños que a otros, y están en contacto con profesores encargados de su educación académica y calificarán constantemente su desempeño. Pero es frente a la mirada de sus padres que necesitarán sentirse valiosos por ser quienes son.

Es la valoración de sus padres, la que será el mejor alimento para construir una autoestima alta, que se traducirá en seguridad personal.
Haz el ejercicio de buscar en cada uno de tus hijos los aspectos de su personalidad que más te gusten y díselo, es bueno para ellos escucharlo de nosotros:

- Eres muy solidaria, te has preocupado de no hacer bulla cuando a tu papá le duele la cabeza
- Tu fuerza de voluntad es admirable, a pesar del calor, has paseado al perro
- Que servicial eres ayudando a arreglar la mesa antes de cenar

Cuando deben mejorar en algo, puedes decirles:

- Puedes compartir tu juguete con tu hermano, a él también le gustaría
- Estoy segura que la próxima vez podrás mejorar la nota, hay que estudiar un poquito más
- Te olvidaste de sacar la basura a tiempo hoy, mañana que no se te olvide para que no se acumule

Compartamos vivencias que les llenen el corazón: recuerdos valiosos para la vida; la herencia más grande que podamos dejar a nuestros hijos es el corazón lleno de recuerdos de amor. Para lograrlo busca el tiempo para compartir con ellos en exclusiva, sin mirar el celular:

  • Un juego de mesa
  • Un paseo en bicicleta
  • Llevarlos a jugar fútbol, aunque sean sólo dos y lo único que puedan hacer sean tiros al arco
  • Siéntense a conversar de lo que a ellos les preocupa o los alegra
  • Diviértanse en un día caliente con agua de la manguera

Y así hay un sinfín de momentos que se pueden compartir donde lo que se necesita es el deseo de hacerlo y la buena disposición. De ahí saldrán esas vivencias, esos consejos, ese compartir que ellos recordarán toda la vida, porque fue agradable y se sintieron amados.

Funciones de los Padres: Amar, Educar, Proteger

 Las funciones de los padres, fundamentalmente son: Amar, Educar y Proteger.

Amar

Amamos entrañablemente a nuestros hijos, es una premisa indiscutible. Somos los padres los que debemos enseñar que el afecto es gratuito, porque se lo damos a ellos sólo por el hecho de existir, aceptándolo tal cómo es, no en la medida en que se convierta en lo que yo quiero que sea, o en lo que yo hubiera querido ser. Amamos a nuestros hijos por encima de nuestras expectativas y preferencias. Si tu hijo tiene la nariz de tu suegro, aunque no te guste, igual lo amarás; si eres muy deportista y tu hijo es de tipo intelectual y torpe para los deportes, aceptarás esa diferencia, respetando su originalidad; así él se sentirá amado por ti. Somos justamente los padres los que amamos auténticamente a nuestros hijos, con sus virtudes, imperfecciones y diferencias. Nadie da lo que no tiene, si tienes comida puedes compartirla con otros, si eres bien amado, puedes amar. Crecer convencido del amor de sus padres da a los hijos una garantía de salud emocional.

Educar

  • Lograr acuerdos entre los padres sobre el proyecto de vida familiar
  • Proporcionarles valores claros y realizar actividades para hacerlos vida.
  • Guiarlos para que sean la mejor versión de sí mismos.
  • Ser modelos claros y coherentes del ser adultos. Referentes creíbles.
  • Ejercer nuestra autoridad de forma saludable, y poner los límites necesarios para que aprendan a conducirse y vivir en sociedad.
  • Ser valientes para ayudar a nuestros hijos a encontrar la medida en sus actos.
  • Incomodarnos… ser críticos con nosotros mismos para encontrar el camino adecuado a cada hijo.
  • Procurar el equilibrio para encontrar el justo medio, que no ahoga, ni abandona.

Proteger

Es nuestro deber cuidarlos, en el sentido emocional, intelectual y físico, inicialmente necesitan nuestro cuidado para sobrevivir, al bebé si no se lo alimenta, muere; si no se lo acaricia, se deprime; si no se lo limpia, se enferma; y así, por algunos años hay que proveerles el alimento a su boca, enseñarles a caminar levantándolos cuando se caen, cruzar la calle, etc.

También somos los llamados a cuidar su integridad, a defenderse de los extraños, a proteger su cuerpo.

Protegerlos emocionalmente, sin descalificarlos y aceptándolos como son, proporcionándoles una autoestima alta que les permita desarrollar mecanismos para enfrentar la vida desde su individualidad. Es nuestra tarea cuidar de ellos de tal forma que en la medida que van creciendo, les traspasemos la posibilidad de cuidar de sí mismos al crecer en autonomía. Es por esto que en un inicio les señalamos el camino, para que después ellos transiten solos, eligiendo su propia ruta y asumiendo las consecuencias de sus decisiones.

¡Pareja de esposos y Pareja de padres!

Nace la pareja en la medida en que día a día va definiendo espacios y tareas, asignando áreas de responsabilidad individual y común. Creando sus valores familiares propios, escogiendo qué imitan de las casas de sus padres y qué no; con todo esto crean su identidad familiar y se fortalecen en el ámbito de pareja conyugal. Con el nacimiento del primer hijo la misma pareja de cónyuges adquiere un nuevo nivel al convertirse en la pareja de padres. Así adquirimos una doble función, por una parte somos pareja de esposos, y por otra parte somos pareja de padres, que implica nuestro rol conjunto hacia nuestros hijos. Este rol no se pierde por más de que la pareja de cónyuges se rompa, pues seguiremos siendo padres en conjunto y tendremos que decidir siempre el bienestar de nuestros hijos.

Somos al mismo tiempo pareja de Esposos y pareja de Padres El mundo de la parentalidad es tan demandante que puede absorber a la pareja conyugal. Por eso, es muy importante en la medida en que la pareja se convierta en padres, mantengan algunos de los espacios en los que son pareja, como salir al cine, a comer, a hacer ejercicio, a pasear los dos solos, etc. Momentos de encuentro de la pareja, donde hablen de sus sueños, miedos, anhelos y cotidianeidad, no necesariamente, hablar de los hijos.

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En las empresas hay diagramas empresariales, así también, existe el organigrama de la familia! Aquí, los padres son la cabeza de la familia, ellos son los llamados a dictar las reglas, fijar los límites y hacerlos cumplir. Los hijos están todos juntos en un mismo nivel, por debajo de sus padres. Son quienes deben acatar el planteamiento familiar impuesto por sus padres. Los hijos necesitan guía, un norte, una dirección hacia dónde dirigirse, y son papá y mamá quienes muestran el camino, de lo contrario, los niños se pierden.

Los padres somos quienes ponemos las barandas al puente, quienes dibujamos las lineas de la carretera, y nuestros hijos siguen el camino trazado. De allí la importancia de detenernos a pensar en cuál es el camino por donde queremos guiar a nuestra familia. Papás, ¡hagan un equipo de padres!

La autoridad de los padres y los límites a los hijos

¿Qué son los límites?

Constantemente estamos escuchando: “este chico necesita límites” o hay que educar “en límites”, pero ¿qué son los límites? Son pautas confiables del comportamiento que se espera en nuestros hijos expresadas a través de normas claras y coherentes, son un marco de referencia que nos ayuda a los padres a educar a nuestros hijos. Para tener éxito al momento de poner límites, estos deben ser:

  • Acordados entre papá y mamá
  • Posibles de cumplir para la edad de los hijos
  • Conocidos por todos en casa
  • Coherentes
  • Su incumplimiento acarree unas consecuencias, también claras y coherentes a lo que la causó.

Los límites ayudan a nuestros hijos a saber qué comportamiento es el que se espera de ellos, son guías claras en su vida.

¡Saber decir NO!

Decir a un hijo que no, es necesario e importantísimo. No evidencia poder, sino una forma de educar en lo que sabemos no es conveniente para él. A la vez, fortalecemos su voluntad y tolerancia frente a la frustración.  Aquí hay un par de ejemplos:

  • Si nos pide una botella de agua y estamos de camino a casa, hay que decirle: "Ahora no, te tomarás el agua apenas lleguemos". Eso implica que papá y mamá también esperarán llegar a casa para beber agua.  De este modo, damos el ejemplo de que sí puede esperar.
  • Si quieren comprar todo lo que venden en el supermercado, caramelos, chocolates, libritos y juguetitos que suelen estar cerca de la caja, cuando uno ya estás cansado y quiere irse rápido, solemos darles lo que pidan para evitar la pataleta en un momento difícil, pero ellos deben saber que no se obtiene todo lo que se pide en el momento que se lo quiere.  Puedes decirle "lleva sólo un artículo, entre estos dos tú decides cual"

Lo difícil es mantenerte en esa postura si hacen una pataleta.  Pero si cedes a todos los berrinches que hace, estás enseñándole que esa es la forma adecuada de conseguir su objetivo. 

¿Para qué sirven los límites?

Las normas en una familia son indispensables para crecer en orden, autonomía y respeto, deben ser pocas... pero suficientes. Cuando tenemos demasiadas normas podemos perdernos en su cumplimiento y vivirlas se convierte en una camisa de fuerza en la que los hijos no encuentran espacio para desarrollar su individualidad, y para nosotros se convierte en una pesadilla hacerles seguimiento. Son el marco en el cual vivimos en casa. Para que la aplicación de los límites no sea cuestión de nuestro estado de ánimo, debemos ser muy firmes, aunque esté dando nuestro programa favorito de TV y es hora en que nuestro hijo vaya a dormir, debemos dejar el programa a un lado y llevarlo a la cama, así él aprenderá que el horario en casa es realmente importante, de tal forma que con el tiempo ellos solos irán a la cama, a la hora establecida, porque les hemos demostrado con nuestro comportamiento y sacrificio que vale la pena Inicialmente los padres ponemos los límites, para que ellos en la medida que crecen y maduran puedan ir limitándose solos, independientemente de la mirada de sus padres. Así podrán comportarse de forma adecuada en cualquier ámbito, sea la escuela, la universidad, el trabajo, o socialmente.

Pokemon Go, consejos para los padres

Hace aproximadamente 15 años, una vez que mis hijas terminaban sus actividades de la tarde veíamos cada día su programa preferido de tv.

Cuidando el planeta con tus hijos

¿Sabías que hay un día que celebra a La Tierra? Se celebra el 22 de abril, y fue promovido por el senador estadounidense, Gaylord Nelson, con el fin de hacer conciencia sobre los problemas que afectan a nuestro planeta y destacar la importancia de cuidar la tierra y el medio ambiente, en el cual vivimos y se desarrollan innumerables formas de vida. Este es un día que podemos aprovechar para tocar el tema en familia y enseñar a nuestros hijos sobre la importancia de responsabilizarnos en el cuidado del medio ambiente. Hablar con ellos sobre cómo cuidar de los recursos que nos brinda el planeta y enseñarles de manera natural y divertida, desde pequeñitos, a adquirir hábitos en pro a la protección de la naturaleza, y que conozcan la importancia de cuidar el agua que nos baña e hidrata, los árboles que nos dan oxigeno y también el papel en el que coloreamos, reciclar objetos que todavía pueden tener buen uso, etc. Aquí dejo algunas ideas que pueden usar para celebrar el día de la Tierra y hacerlas costumbre:

  • No tirar basura a los ríos o al suelo
  • Usar el agua necesaria para lavar el carro o regar las plantas
  • Sembrar un huerto en casa
  • Elaborar papel reciclado
  • Pasear en bicicleta
  • Leer cuentos sobre la naturaleza, o ver videos
  • Respetar a los animales
  • Limpiar la playa en la que vayas a disfrutar
  • Apagar las luces que no estés usando
  • Utiliza elementos reciclables
  • Aprovecha la luz natural
  • Apaga el televisor o los aparatos de energía eléctrica cuando no se usen
  • Recicla la basura
  • Sumarse a organizaciones que siembran árboles en las ciudades o el campo y luego visiten los árboles sembrados para regarlos

Si vives en la ciudad, ayuda mucho visitar granjas para que los niños conozcan los animales y aprendan la importancia de que existen otros seres que también viven en este planeta y debemos compartirlo con ellos. 

Mi hija adolescente me insulta – ¿Como afrontarlo?

¡Mi hija adolescente me insulta!, tiene diez años y a veces me responde cada grosería que no sé cómo corregirla.  Algunas veces me provoca pegarle en la boca, pero me contengo porque pienso que ya se le pasará el mal genio, y a mi también, sin embargo me pregunto, ¿hasta dónde tolerar las respuestas groseras?

María.

Estimada María

Eso que te preguntas hoy nos sucede a muchas mamas, no estas sola. Las respuestas groseras son claras faltas de respeto, y los padres no tenemos porqué tolerarlas, es más, si lo hacemos, les damos el mensaje que aprobamos su comportamiento y que pueden seguir haciéndolo, que nosotros seguiremos ahí para escucharlo.   Cómo es nuestro deber educar a nuestros hijos tenemos que poner un límite, corregir, esto significa dejar en claro que no entraremos en ese juego. Esto es bastante difícil, pues frente a una provocación, usualmente respondemos de forma agresiva y los convertimos en víctimas de nuestro desborde, de nuestra furia, con lo cual se desvirtúa completamente lo que está sucediendo.

Estas educando a tu hija en una relación en la que tú la respetas, pide a ella lo mismo, respeto mutuo.

Te recomiendo que tengas una conversación con tu hija de forma firme, y a la vez amable, que entiendes que a veces no sabe como decirte las cosas, que en vez de faltarte el respeto, piense dos veces qué es lo que quiere transmitir para evitar el irrespeto, que causa dolor, malestar y reacción. La idea de esto es que ella se responsabilice de su actuar, y a la vez aprenda a verbalizar emociones… pues una cosa es decirte ¡“eres la peor mamá del mundo, te odio”! y otra diferente es “tu nunca me das ningún permiso, eso me duele, y me causa enfado” , y si a ella le cuesta contener la furia hacia ti, es mejor que se vaya a su cuarto y esté sola, para que aprenda a controlarse y no descargarse en otro. También puedes plantearle que ella de diga cuales serían las posibles soluciones a cuando se siente molesta contigo, para en vez de insultarte descargue su malestar en privado: salir a trotar, escuchar música, tocar guitarra… seguro existen muchas opciones. Cada vez que ocurra un episodio de éstos, no pierdas la cabeza, actúa con calma, acuérdate que el adulto eres tú, y con firmeza y amabilidad le dices que te ha faltado el respeto y le pides que se retire, pues no vas a permitir que continúe tratándote mal,  luego sigues con la actividad en la que estabas antes de la discusión, si estás sintiéndote llena de rabia o tristeza por lo ocurrido, busca tu también un espacio de silencio personal o una actividad que te ayude a calmarte. Los chicos son tan fuertes, que a veces los padres olvidamos que los que educamos somos nosotros….y les damos más explicaciones y justificaciones de lo que debemos.  

¡Eso es algo que nunca debemos olvidar! Estas educando a tu hija en una relación en la que tú la respetas, pide a ella lo mismo, respeto mutuo.   

Jugar con tu hijo es un ganar - ganar

El estilo de vida que llevamos hoy en día es agotador y no deja tiempo más que para resolver problemas, cumplir obligaciones, asumir responsabilidades, aumentando de forma considerable el stress personal y por lo tanto familiar, pues lo llevamos a la familia.

Cuando llegas a casa  del trabajo usualmente las obligaciones continúan, pues hay que tomar lecciones a niños, revisar tareas y organizar la cena, convirtiendo tu día en 24 horas de labores, sin dejar un espacio a disfrutar de lo que tienes: "tu familia".


Jugar con tus hijos tiene un efecto absolutamente terapéutico:


1. Te lleva a pensar en tu hijo y en lo que van a hacer.
2. Te relaja y distrae tu mente de aquello que te preocupa.
3. Te vincula de forma espontánea con tu hijo.
4.  Descubres qué le gusta a tu hijo y cual es su forma de jugar.
5. Comparten en un ambiente de alegría.
6. Te permite revivir a tu niño interior, abriéndote a la diversión.
7. Pone en positivo tu estado de ánimo y el de tu hijo.
8. Tu hijo se sentirá amado porque le das tu tiempo Cuando juegas con tu hijo, no existe formula perdedora, es absolutamente un ganar-ganar.

 

No lo dudes, y comienza hoy.  Lo vas a disfrutar. 

 

 

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