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María Fernanda Noboa Escrito por  Oct 25, 2015 - 2748 Views

Mi hijo se pasa a nuestra cama todas las noches

Mi esposo y yo somos padres de dos niños, el mayor tiene 3 años, y el menor es un bebé de 8 meses. Nuestro hijo de 3 años empezó a pasarse a nuestra cama cuando tenía dos años, pues fue justamente cuando lo sacamos de la cuna y lo pasamos a su cama.
Usualmente tipo 12 de la noche, aunque hay días en que se queda dormido en nuestra cama mientras vemos TV, y ya amanece ahí. A nosotros nos encanta tenerlo cerca, realmente lo sentimos tan tierno, a veces se pega al papá, otras a mí. La maestra del jardín nos ha dicho que debería dormir toda la noche en su cuarto, pero nosotros no estamos seguros si será necesario esto, pues implicaría una pelea titánica cada noche, y tanto mi esposo como yo trabajamos y no estamos dispuestos a tener malas noches, pues nos acostamos muy cansados.
 

El problema:

Esto que ustedes permiten, es algo que cada día sucede a más y más parejas, de tal forma que se está convirtiendo en algo “normal” en la vida de muchas familias.  Les pregunto ¿hasta cuando lo permitirán?

Suele ocurrir que pasan los años, los hijos crecen, y siendo éstos ya adolescentes siguen durmiendo con sus papás, en muchos casos ya no en la misma cama, pero sí en un colchón que guardan bajo la cama de sus papás, convirtiéndose en un verdadero problema tanto para el chico que no se atreve a dormir solo, como para los padres que necesitan de intimidad.  La presencia del hijo en la cama de los padres sugiere además para algunos una dificultad para encontrarse y vivir su vida sexual, resultando una forma "natural" de evitarse, justificando en la presencia del hijo la distancia en la pareja.  Visto de esta manera la pareja evade la posibilidad de abordar a través del diálogo el problema de fondo.

Es muy natural que nuestros hijos se sientan seguros al lado nuestro, y también que en ocasiones la hora de dormir sea un momento de temor, pues el cuarto está oscuro, y además implica quedarse solos, sin la mamá o el papá, hasta el amanecer.  Estos miedos, normales, se pueden reducir con una luz pequeña prendida en el cuarto y/o  leyéndoles un cuento antes de dormir, pero me dirán ustedes: “igual se sigue levantando o hace un escándalo para que lo acompañemos físicamente, de tal forma que mamá se queda dormida junto a él, y muy tarde se despierta dándose cuenta que está en la cama del hijo acompañándolo” , es verdad, tienen razón, no es fácil, eso sucede! Pero es justo en ese momento en que nosotros los padres tenemos dos opciones:

1. pelear la batalla con firmeza, incomodándonos, hasta lograr que se duerman en su cuarto, o, regresándolo a su cama cada vez que se pasen a la nuestra, así sean 3  o 4 veces en la madrugada.

2. acomodarnos a la situación, justificando nuestro actuar en que estamos cansados y además se nos rompe el alma al verlos tan tristes y asustados.

Dificultades comunes:

Las dificultades más comunes a la hora de acostar a los niños en su cuarto son:

1. No se quiere dormir, lo demuestra llorando.

2. Pide que le lean un cuento muchas veces para tranquilizarse y mantener a mamá en la habitación.

3. La mamá quiere que el papá se encargue de esto y se molesta.

4. El papá asume que debe hacerlo la mamá, y cuando esta se queda dormida en el cuarto del bebé se molesta porque regresa al cuarto de la pareja muy tarde y ya no hay diálogo posible a esa hora.

Las dificultades más comunes a la hora de resolver que el niño se pasa a la cama de los papás:

1.  Ninguno lo sintió cuando se pasó a la cama de los papás.

2.  El que lo sintió no quiere despertarse e iniciar una lucha llevándolo de regreso, espera que él otro reaccione.

3. Ninguno se siente con la fuerza suficiente para iniciar un proceso de regresar a su hijo a su cama de forma constante.

4. No tienen conciencia que es una situación que debe cambiar, y que si no se lo hace a tiempo tendrán a su hijo durmiendo con ellos hasta que se vaya a la universidad.

Un espacio para la pareja, un límite a los hijos:

La familia tiene momentos y espacios para compartir, y es muy importante definir los límites en los cuales participan padres e hijos.  Así como los padres tienen actividades en las cuales no participan los hijos, pues pertenecen solo a la pareja, como es el salir a cenar o al cine en la noche, igual a la hora de descansar, los hijos tienen su cama y su habitación y los padres la de ellos.  Es muy importante enseñarle a los hijos que hay un espacio de intimidad que solo corresponde a los padres, y del cual los hijos no participan.  Cuando permitimos que duerman con nosotros, confundimos completamente los límites y a nuestros hijos también.  Los padres, que también son esposos, necesitan de un espacio para el encuentro, en el que pueda crecer su relación de pareja, sea para  profundizar en el diálogo, tener relaciones sexuales, ver tv, o simplemente acompañarse en silencio, en dónde no hay espacio para un tercero.

Las excepciones existen:

Me dirán también: “ qué pasa cuando tienen fiebre o vómito? “   las excepciones existen! Cuando tenemos un hijo enfermo, debemos cuidarlo, y muchas veces es más eficaz para éste propósito que duerman con nosotros, y así ellos deberán saberlo. Esta enfermedad no es excusa para que se queden en la cama de los padres por años, luego de la emergencia habrá que retomar la rutina, así ellos confirmarán que los padres son firmes y saben lo que hacen.

La solución:

1. Tomar conciencia que tienen un problema.

2.Dialogar en pareja sobre qué método utilizarán para regresarlo a su cama.

3. Asumir en pareja la responsabilidad de la tarea que implica regresarlo a su cama.

4. Hablar con su hijo y explicarle que el tiene su propia cama y que cada vez que se pase a la cama de los papás será regresado a la suya.

5.  Apoyarse mutuamente para cumplirlo.

6. No descalificarse uno a otro quitando importancia a lo sucedido para poder seguir durmiendo.

7. Turnarse las noches, así los dos se implicarán en la solución y tendrán algunas noches en que duerman mejor.

8.  Tomar una decisión en firme, que una vez iniciado el proceso debe haber firmeza y continuidad para mantenerla. Si se hace unos días y otros no el niño sabrá que debe seguir intentando porque a veces los papás ceden, será un mensaje confuso y todos los intentos anteriores quedarán sin validez.

9. Cuando hay constancia en el proceso, podrán vivir unas primeras noches muy difíciles por las continuas levantadas, pero llegará un día mágico en el que duerman toda la noche y al amanecer se den cuenta que ya no se pasó.

Nuestros hijos pueden pedir muchas cosas, pero es nuestra claridad sobre lo que es bueno para ellos, y la firmeza para ejecutarlo lo que nos da la autoridad a la hora de educar.  Hay muchas situaciones que son agradables, que pueden parecer buenas, pero que traen consecuencias negativas a la familia, y requieren de padres valientes que puedan contener sus deseos inmediatos de satisfacción, por unos resultados a largo plazo que los beneficien y eduquen.  Depende de ustedes! Buena Suerte!

María Fernanda Noboa

Psicoterapeuta de Familia y de Pareja

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