Los niños dependen física y emocionalmente de sus padres y es probable que con posterioridad al terremoto se sientan más indefensos, más expuestos y vulnerables.
Los principales temores de los niños son:
- Miedo a que el terremoto vuelva a ocurrir
- Miedo a que le pase algo a su familia
- Miedo a ser separado de sus padres
- Miedo a ser abandonado o quedarse solo
¿Cómo apoyar a los niños a superar un terremoto?
- Hablar sobre lo que ha ocurrido: Brindarles información adecuada a la edad que sea realista, pero también tranquilizadora. Verificar qué es lo que han entendido, y qué es lo que ellos ya saben que ocurre.
- Brindar contención emocional: Normalizar y validar las expresiones de emoción en relación a lo que vivieron. Permitirle expresiones de tristeza por las personas u objetos que pudo haber perdido.
- Mantener unida a la familia: Evitar enviarlo a otro lugar separado de su familia, asegurándose que siempre esté acompañado por alguien conocido.
- Confortarlo físicamente: Es muy importante comprender que el niño necesita más cercanía física. Brindarle más cariño que el de costumbre, y satisfacer todas las necesidades básicas y comodidades dentro de lo que la situación permita.
- Reasumir las rutinas: Permite al niño recuperar la sensación de control transmitiendo el mensaje que la vida va regresando a la normalidad.
- Alentar la expresión emocional a través del juego: El juego permite a los niños procesar lo ocurrido y constatar a través de la experiencia que, a pesar de todo, es posible reir y disfrutar.
- Evitar la sobreexposición de las noticias: Es suficiente para él su propia experiencia.
- Trasmitir esperanza
Reacciones en los niños:
Algunas reacciones son normales en los niños en los días posteriores a un terremoto, las que habitualmente son transitorias. La mayoría las superarán con sus propios recursos y la ayuda de familiares y amigos.
- Dependiendo de la edad, además de los temores antes mencionados, podrán tener dificultad en el control de esfínteres, alteración en el apetito, llanto o gritos frecuentes, temor a quedarse solo, realizar mucha o muy poca actividad, confusión, irritabilidad o enojo, conductas agresivas, retraimiento, malestar físico, alteraciones del sueño, problemas de conducta.
- Es recomendable consultar con un profesional para confirmar que los síntomas son adecuados a la edad.
Recuerde que usted también está bajo presión emocional y necesita apoyo para poder brindar contención a sus hijos Este artículo pertenece a ICAS y ha sido publicado con su autorización.