5 errores comunes en la crianza de hijos

Ser padres trae consigo una serie de emociones nuevas y una alegría inimaginable.

Al mismo tiempo este nuevo reto de ser padres nos presenta incertidumbreque a ratos nos toma por sorpresa pues cada experiencia es un nuevo reto que deberemos tomar con fe y sabiduría.

Una de las mayores preocupaciones de los padres, en la medida que los niños van creciendo y se van superando algunos obstáculos, es la de siestamos haciendo lo correcto para formarlos en la responsabilidad y con autonomía para tomar decisiones acertadas en el futuro.

La primera infancia sobre todo, en donde el niño adquiere mayor independencia de sus padres y se integra a un ambiente social en la escuela y en su entorno general, está llena de situaciones que pueden ser manejadas de diversas maneras, en donde les daremos oportunidades de aprender a nuestros hijos, o por el contrario les resolveremos todo absteniéndolos de pensar por ellos mismos.

A continuación menciono 5 errores comunes en la crianza de hijos, y que evitándolos ayudaremos a nuestros hijos a crecer con madurez.

1. Contradicción entre los padres

La discrepancia de criterios entre los padres es común, madre y padre tienen su individualidad y por supuesto pueden tener puntos de vista diferentes. Lo importante es que los desacuerdos se analicen y discutan en privado, pues los hijos deben verlos como un frente unido en donde ambos comparten la autoridad y tienen claro lo que es mejor para los niños.

2. Brindarles ayuda demasiado rápido

Sabemos que son vulnerables que necesitan de nosotros, pero la necesidad y un poco de frustración son necesarias para que usen su creatividad para encontrar soluciones. Si acudimos a su ayuda demasiado pronto, pensarán que siempre son salvados por alguien y que sus errores no tienen consecuencias. Los niños toman pequeños riesgos a diario, pues toman decisiones y eligen caminos que marcan una diferencia. Al jugar se caen y se levantan, se raspan las rodillas y continúan. Deben relacionarse y resolver conflictos con sus compañeros, tener su primer amor y vivir todas las emociones inherentes a ello. Esto los ayudará a adquirir estabilidad emocional y desarrollar empatía y compasión. Si elegimos todo por ellos podríamos estar retrasando su madurez, pues al enfrentar dificultades los niños desarrollan talentos, se vuelven astutos y crecen en autoestima.

3. Evitar decirles “NO”

Procuramos que nuestros hijos nos “adoren”, y lo conseguimos cuando los complacemos y hacemos felices. Pero a veces, es importante que tengan carencias ya sean naturales o creadas por nosotros, solo con el objetivo de que vean las recompensas como una consecuencia de sus logros o buenos comportamientos. Los niños se encontrarán con muchas adversidades en su vida y es nuestra labor ayudarlos en esta preparación. Negarles cosas que desea (por una buena razón) es una manera en que podrán comprender que no se puede tener de todo.

4. Confundir inteligencia con madurez

Que un niño sea inteligente o talentoso no significa que haya alcanzado una etapa de madurez. Esto es algo que se suele confundir pero hay que tenerlo presente, ya que podría ser perjudicial que el niño se enfrente “al mundo real” sin las herramientas necesarias. La madurez del niño tiene que reflejarse en sus actos, luego de eso se puede ir trabajando en sus grados de independencia. Este proceso debe ser gradual, y sobre todo saber qué podemos esperar del niño para no llegar a frustraciones.

5. No tener coherencia en la educación

El ejemplo que les damos a nuestros hijos es básico en su desarrollo. Importarán más nuestros actos que el discurso que tengamos con ellos. Esto suena lógico, pero es común ver que los padres no somos congruentes con lo que decimos versus lo que hacemos. Por ejemplo, inculcamos valores como la honestidad, orden y compasión, pero estos valores deben ser enseñados en obras y como forma de vida. Los niños observan todo y podrían relativizar el juicio que han formado sobre los conceptos importantes, aplicándolos sólo cuando sean convenientes y no como lo habíamos deseado en primer lugar.

La educación de los hijos es una de las tareas más difíciles pero a la vez más satisfactorias. Vivamos este camino de una manera informada y revisada, pero sobre todo rodeada de paciencia y amor.

A regular la tecnología

xHoy estamos tan distraídos con la tecnología que dejamos de compartir buenos momentos en  familia.
La licenciada en orientación familiar Laura María Noboa,  terapeuta familiar y  directora de ‘Construyendo Familias’ afirma que  la tecnología es una maravilla y no debemos satanizarla.

Pero así como nos acerca (cuando los miembros de la familia están en otros países) también puede alejarnos, por lo que debemos estar conscientes de que necesitamos empezar a regularla.

“Es importante que controlemos nuestro uso digital porque estamos conectados con un montón de amigos que no vemos, pero no estamos conectados con el esposo, la esposa o los hijos”, aseguró la especialista. 

Se conoce como inmigrantes digitales a todas las generaciones nacidas hasta el año 1994. Contrario a esto, todos los nacidos desde 1995 son considerados nativos digitales. “La tecnología llegó a nosotros, los inmigrantes, de golpe y tenemos que aprender a regular nuestra tecnología para poder enseñarle a nuestros hijos a que tengan un uso adecuado de esta”, aconsejó Noboa.

No es tan fácil que los niños que nacieron con la digitalización se autorregulen. El problema es que eso no se está enseñando actualmente. Muchos padres incluso, cometen el error de darle dispositivos móviles a sus pequeños a muy tempranas edades para que no ‘molesten en casa’, lo que constituye un grave error.

La Asociación de Pediatría Norteamericana ha descubierto que el abuso de la tecnología afecta negativamente  el desarrollo de los niños. “Los bebés de hoy no están viendo la cara de mamá y papá sino la pantalla de una table, por tanti no están desarrollando la lectura de gestos en una persona y se van abstrayendo en sí mismos y no se  conectan con el mundo exterior”, dijo.  (F)

 

Consejos
La experta aconseja a los padres apagar las tecnologías por un rato para poder divertirse en familia. Actividades como salir a jugar o a correr a un parque, compartir un helado, preparar juntos un postre fácil, armar cubos o un rompecabezas, leer cuentos a los niños son útiles para fortalecer la unión familiar.

Fuente: ElUniverso.com

3 conflictos familiares más comunes y sus soluciones

Es absolutamente normal que las personas que integramos una familia tengamos nuestras diferencias, que se traducen básicamente en la forma de pensar, sentir y actuar sobre determinado tema. Pero por qué sucede que algunas familias pueden resolver positivamente sus diferencias llegando a acuerdos que unas veces favorecen a unos y otras a otros, de tal forma que gana la familia, y otras familias que cuando aparecen las diferencias se trasforma el hogar en un campo de batalla en el que cada una de las partes lo que le interesa es ganar o ganar, no importa cuanta sangre se derrame, y los acuerdos son una ilusión remota, no una realidad. Hay otras familias que evitan los temas en los que hay desacuerdo por temor al conflicto y viven una aparente estabilidad. La forma cómo una familia resuelve sus diferencias tiene mucho que ver con la forma que tiene la pareja de enfrentarlas, pues ésta es la base de la familia y el modelo que los hijos viven diariamente y de quienes imitarán la forma de hacerlo.

Los 3 conflictos familiares más comunes son:

Las diferencias que existen en las parejas en cuanto a:

  • la forma como educamos a nuestros hijos
  • el tipo de relación que se tiene con los suegros
  • el uso del dinero

Estos conflictos se dan a nivel de la pareja, pero en la medida en que el conflicto avanza por no encontrar una forma adecuada de negociar va involucrando en él a los hijos, hasta que se convierte en un problema familiar que muchas veces necesitará ya de la ayuda de un profesional para poder resolverlo.

Pues mientras uno en la pareja se ocupa en exceso de los hijos el otro para balancear la pelea se convierte en el que pone límites.

¿Qué es lo que sucede?

En la pareja cada uno viene de una familia que ha sido su modelo hasta el momento de salir de ella, y en muchos casos vienen a formar esta nueva pareja con costumbres y valores diferentes.

Las creencias que cada uno tiene en la pareja:

A la hora de tener hijos cada uno quiere que se hagan las cosas según su costumbre y esto en diferentes aspectos, desde la hora en que los hijos deben bañarse, si antes de ir al colegio o en la noche, lo que uno opina le parece inconcebible al otro, hasta si practican deporte, o van a clase de arte, la hora en que deben acostarse, si las 7 pm, o las 10pm, si tiene edad para tener celular o no, o si es adolescente si tiene permiso para ir a fiestas, consumir alcohol o no y a qué edad. Parece imposible llegar a un acuerdo, las diferencias parecen ser irreconciliables… cada uno quiere hacerlo según su costumbre y siente que hacerlo diferente es una falta de lealtad a su propia familia, que además está observando todo lo que pasa y comentando lo bien o lo mal que lo hacen, aprobando o desaprobando a su propio hijo o el esposo o esposa de éste.

La necesidad de uno de los padres de sobreprotección:

O los problemas surgen por la forma en que se protege a los hijos, es muy frecuente encontrarnos hoy con padres sobreprotectores entre quienes hay una gran disputa, pues usualmente uno de ellos sobreprotege, mientras el otro quiere que el hijo crezca en autonomía y pone los límites, pero el verdadero reclamo es del marido a la esposa a quién pide que deje de cuidar en exceso al hijo para ser más pareja, y la queja de ella que si él ayudara en algo en vez de criticar siempre, ella si pudiera estar con él. Pues mientras uno en la pareja se ocupa en exceso de los hijos el otro para balancear la pelea se convierte en el que pone límites. Uno critica al otro por ser muy permisivo y sobreprotector, y el otro critica por ser muy duro. Finalmente los dos se sienten solos, y resentidos. Han entrado en un juego que retroalimentan constantemente en el cual queriendo estar cerca solo consiguen alejarse uno del otro. Mientras crece el conflicto aumentan las descalificaciones y con éstas el rencor y la soledad. Son muy usuales los comentarios de “ella les permite todo”, “mis hijos son unos malcriados e inútiles”, “él es muy duro con los chicos”, “tus hijos ya no te quieren” y así ad infinitum. Cuando este conflicto se hace evidente no solo la pareja está distanciada, sino que los hijos están alineados con un padre o con otro.

Los suegros:

Otra de las dificultades frecuentes es la influencia que tienen los padres y suegros sobre la nueva familia.   Esto es motivo de conflicto sobre todo en las parejas jóvenes, en dónde marido o mujer están todavía muy unidos a sus padres y son más hijos que pareja, por lo tanto permiten que sus padres participen activamente en todas sus decisiones, poniendo a la pareja en segundo lugar. Esta situación se agudiza si es que éstos padres además contribuyen económicamente al sustento de la pareja. Esta es una situación muy difícil de manejar pues en la medida que un esposo quiere tener más cerca de su cónyuge y le señala la intromisión de los suegros, el otro lo vivirá como una agresión a su familia y se distanciarán cada vez más, aumentando el nivel de discusión.

Soluciones

Estos problemas son comunes a muchísimas familias, pero las manera como lo saquen adelante podrá ser diferente entre ellas dependiendo de la manera en que reconozcan que tienen un conflicto y la forma como lo enfrenten y resuelvan. Así para unas podrá durar unas pocas semanas, cuando para otras podrá ser una discusión eterna, hasta llegar a pensar que es normal vivir así. Puede ser complejo dejar de mirar los problemas o conflictos desde nuestra perspectiva, pero es indispensable para sacar adelante la situación empezar a ver lo que sucede desde los zapatos del otro, ponerse en la situación del otro con las creencias que trae de su familia, para así entender porque insiste tanto en algún punto que para uno puede no significar algo tan grave, o para darnos cuenta de dónde sale su posición y porqué es tan importante para el otro.  Una vez que somos capaces de entender y sentir el porqué de la posición del otro será mucho más sencillo llegar a un acuerdo, ya sea porque cedes, o porque es el otro el que cede, o entendiendo el problema no como una posición cerrada y caprichosa del otro, sino el motivo interior en la que se sostiene, seguramente será muy sencillo que los dos muevan esa posición a un punto intermedio en dónde puedan dar un espacio a la al punto que cada uno sostiene, con lo que obtendrán un ganar ganar en la relación. Tanto los problemas en relación a cómo educar a los hijos, cómo la relación con los suegros se podrán solucionar al dejar de escucharse los argumentos de uno mismo, para empezar a escuchar a la pareja y ponerse en la situación del otro, llegando a la conclusión que muchísimas veces cediendo, gana la relación, gana la familia. Si los dos escuchan al otro, sin rivalidad, sino recordando que aman a esa persona, seguro los conflictos se reducirán, pues hay dos personas invirtiendo en el cambio.

¡Independencia del adolescente! ¿Cuánta?

El adolescente es ambivalente, en unas ocasiones se comporta como niño, en otras pide libertades de adulto, aunque esto nos confunda por momentos, debemos contribuir a que actúe de forma madura permitiendo que se responsabilice por sus obligaciones y por las consecuencias que sus actos positivos o negativos generen. En la medida que madure irá responsabilizándose cada vez más de sus acciones, haciéndose dueño de sí mismo. Este aprendizaje personal a través del cual se siente capaz le permitirá ser cada vez más independiente. Podrá sorprendernos y sorprenderse al ver lo que logra por sí mismo… resolver solo ciertas dificultades, sin esperar que nosotros lo hagamos por él.

¡A un niño trátalo como niño, dale responsabilidades de niño! ¡A un adolescente trátalo como tal, y dale mayores responsabilidades… el que quiere ser grande que actúe como grande!

Esta seguridad en sí mismo, es el resultado de un aprendizaje positivo. Si nosotros lo tratamos como niño pequeño, solucionando todas sus dificultades, no le estamos permitiendo crecer. Es importante que la exigencia sea en medida de su madurez, pedirle algo que exceda su capacidad es un camino al fracaso de la tarea, al igual que le envía a él un mensaje negativo de sí mismo, sintiéndose incapaz e inseguro. Crecer es necesitar menos de sus padres, para valerse más por sí mismo. En la medida en que los veamos listos, debemos permitir la independencia, incluso fomentarla (pues podrían quedarse en la comodidad de no intentarlo para no asumir riesgos) confiando en ellos, pero así como damos independencia, debemos exigir a cambio responsabilidad en su comportamiento.

La confrontación con tu hijo adolescente

La adolescencia es la etapa de la confrontación del hijo con sus padres. Nos puede causar mucho sufrimiento, pero no por esto vamos a evitarla siendo permisivos o dándole la razón en todo, pues por un lado, es necesaria para que él logre su autoconfirmación y tome distancia de los padres reconociéndose como alguien diferente, y por otro lado lo estamos educando y todavía no tiene madurez para tomar solo todas las decisiones, habrá muchos aspectos en los que los límites de los padres todavía sean necesarios y las opiniones esclarecedoras.

Lo importante es tener un canal de comunicación abierto con él, privilegiando el escucharlo que el sermonearlo. Así podemos conocer cómo está pensando, para poder guiarlo mejor… dando cabida a la negociación, pues constatar que los padres los escuchan y consideran sus argumentos e ideas correctos, se gana en confianza y ellos crecen en seguridad consigo mismos.

Lo que el adolescente busca en nosotros, sus padres, es un modelo claro de lo que significa ser adulto, es por esto que debemos actuar con responsabilidad, como adultos, con criterio claro y no por evitar el enfrentamiento, declararnos personas inseguras sin opinión.

Los niños y la comida: consejos sobre una alimentación saludable

La alimentación sana y balanceada va a ser indispensable para el crecimiento del niño, somos los padres los que les enseñamos a nuestros hijos a alimentarse.

¿Cómo saber si mi hijo tiene ansiedad?

El miedo ha sido una constante en el desarrollo humano. La aparición de la ansiedad en los niños nos muestra su evolución, indica que el niño está adquiriendo una consciencia sobre su propia individualidad y sus recursos. A lo largo de la infancia aparecen miedos considerados normales. Empezando los 7 años y junto a la etapa escolar, los niños enfrentan nuevos retos y escenarios en los que pueden triunfar o fracasar. El rendimiento escolar y deportivo, junto a sus relaciones sociales, pueden ser fuente de satisfacción pero también generadores de ansiedad.

¿Cómo saber si la ansiedad infantil es propia del desarrollo evolutivo, o se está volviendo un cuadro patológico?

Para determinar si lo que observamos en nuestros hijos puede ser diagnosticado como un trastorno de ansiedad, debemos conocer estos dos puntos clave:

  • La intensidad. El grado de ansiedad que presenta el niño, el efecto que tiene este cuadro en su vida diaria y en la relación con los miembros de su familia y amigos.
  • La duración. El tiempo que ha transcurrido desde el inicio de los síntomas hasta la presente fecha.

A continuación una descripción de los principales trastornos de ansiedad observados en la infancia, que han sido clasificados en 6 grupos de acuerdo a sus detonantes y al entorno en el que se manifiestan.

1.- Ansiedad por separación.

Es común que en algunas circunstancias los niños se preocupen por separarse de su hogar o de sus padres. Estemos atentos a esta situación en caso de que sea una constante y causa de malestar en la familia. Signos a observar:

  • Preocupación excesiva por la salud o seguridad de sus padres.
  • Miedo a estar solo, o a que algo terrible lo separe de su familia.
  • Negativa a ir a la escuela.
  • Manifestaciones somáticas cuando se anticipa la separación.
  • Insistencia en dormir con los padres.

2.- Trastorno por ansiedad generalizada.

A veces sentimos que nuestros hijos se preocupan en exceso, pero cuando se trata de un malestar o temor que los acompaña la mayoría del tiempo y en diferentes escenarios de su vida diaria, podría tratarse de un trastorno. Características generales:

  • Responsabilidad exagerada, tensión y necesidad de mucha seguridad.
  • Quejas de dolores de estómago u otras afecciones que no parecen tener una causa física.
  • Preocupación crónica y excesiva, difícil de controlar.
  • Fatiga recurrente, mal humor.
  • Berrinches frecuentes ante cambios.

3.- Desorden de pánico.

Los ataques de pánico en el niño pueden ser similares a los de un adolescente o adulto. Se manifiestan con episodios de intenso miedo, sudoración, taquicardia, náuseas o mareo.  Si se dan de manera repetitiva y sin causa aparente, puede tratarse de un trastorno de pánico.

4.- Fobias específicas.

Los niños con fobias tienen un temor exagerado y a veces irreal a ciertos animales, situaciones u objetos. Las más frecuentes son:

  • A los animales.
  • A irse a dormir.
  • A la escuela.
  • A la oscuridad.

Debemos diferenciar la fobia de los temores normales y evolutivos. Estos últimos desaparecen luego de seis a ocho meses de haberse presentado.

5. Trastorno obsesivo compulsivo

Los niños y adolescentes con trastorno obsesivo-compulsivo, se ven atrapados en un patrón de pensamientos y comportamientos repetitivos. Aunque puedan reconocer que éstos parecen sin sentido y traumatizantes, son muy difíciles de detener. Las obsesiones empiezan con ideas recurrentes y están acompañadas de una sensación de malestar. Los comportamientos compulsivos aparecen con la necesidad de ejecutar una acción con el objetivo de aliviar esa ansiedad, o impedir que algo malo suceda.

6. Trastorno de estrés post traumático

Los niños que han vivido o presenciado una situación sumamente estresante, pueden presentar ansiedad recurrente y posteriormente suelen experimentar el acontecimiento una y otra vez en forma de fuertes recuerdos u otra clase de pensamientos perturbadores. Como resultado, pueden intentar evitar todo lo que se encuentra asociado con el trauma. También sobreactuar al sobresaltarse o tener dificultades del sueño.

¿Cómo tratar el cuadro de ansiedad?

A diferencia de los miedos evolutivos, comunes dependiendo la edad, los trastornos de ansiedad en los niños no desaparecen por sí solos, incluso pueden intensificarse y predisponerlos a sufrir otros trastornos emocionales o también dificultades en el aprendizaje. El abordaje debe realizarse en cuanto se observan los primeros signos de dichos trastornos, de manera integral. Principalmente desde el área psicológica, se han visto buenos resultados con la terapia cognitivo-conductual. Esta terapia consiste en:

  • Desarrollar un plan de acción personalizado, con pasos y tiempos determinados por el profesional, los padres y el niño.
  • Enumerar los signos más relevantes que se desean modificar y de manera gradual “desensibilizar” y acercar al niño a ellos.
  • Determinar refuerzos positivos que serán implementados a los comportamientos que deseamos repetir o instaurar.
  • Técnicas de relajación y respiración.

Es fundamental el apoyo de todos los miembros de la familia en este proceso de mejora. Los hermanos juegan un papel importante y deben conocer el camino por el que atraviesa su hermano/a. Dependiendo el caso con el que estemos lidiando y qué tipo de ansiedad observamos, sería de mucha ayuda tener un acercamiento a la escuela. Los chicos pasan un tercio del día en ella, y sus compañeros y profesores pueden apoyar en este proceso. En ciertos casos, hay que analizar si los estresores se repiten en la escuela para implementar los cambios apropiados.

El entorno del niño debe de ser armonioso y los padres deben mantener una comunicación franca y abierta. Se debe tener mucha paciencia, sentido del humor y reducir los propios niveles de estrés para de esa manera enseñarle a enfrentar el futuro con optimismo.

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

Constantemente escucho a padres decir mi hijo es inseguro, mi hijo tiene el autoestima baja, y ciertamente es una realidad para muchos niños, jóvenes y adultos. El autoestima es la mirada positiva o negativa que tenemos de nosotros mismos, que se construye a través de la mirada negativa o positiva que recibimos de nuestros adultos significativos, es decir, nuestros padres o quienes hagan las veces de éstos. Con el tiempo la mirada de otros, maestros, amigos, podrá ir completando la que tenemos de nuestros padres, que siempre será la de mayor fuerza al momento de construirla. Ya de joven y adulto seremos nosotros mismos los que podamos reconocer nuestras fortalezas.

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos tengan un autoestima alta y sean personas seguras de sí mismas? La respuesta implica trabajar en nuestro estilo de educación, pues la forma como nos relacionemos con nuestros hijos, así como la forma como los eduquemos serán la clave para construir su autoestima. Aquí algunos tips:

  1. Errores como oportunidad de aprendizaje: la posibilidad de equivocarse y de resolver el problema con nuevas soluciones como una fuente para reconocer en sí mismo su potencial personal para salir adelante. Como padres tenemos la gran oportunidad de trasmitir a nuestros hijos que los errores tanto de ellos como nuestros no son un fracaso, mas bien una oportunidad para aprender de ellos y resolver las cosas de una manera distinta. De esta manera damos a los errores un enfoque positivo de aprendizaje.
  2. Sentirse parte de la familia: El sentido de pertenencia nos construye como personas, es el hecho de sentir que alguien me espera en casa para quién soy importante. Que mi presencia en esta familia no es invisible, que es significativa, existo para ellos con lo cual me siento amado.
  3. Respeto mutuo: Si le pido a mi hijo que me respete debo respetarlo a él de igual manera. El respeto tiene dos vías. Un hijo que crece en un ambiente en dónde es respetado como ser humano crece en dignidad, se sabe a sí mismo valioso por el hecho de existir, a partir de lo cual la única forma que conocerá de relacionarse será el respeto.  Un hijo que crece en el respeto es respetuoso con quienes lo rodea.  El mensaje que envía el trato respetuoso es mucho más potente que decir a cada momento "respétame" o "tienes que ser respetuoso".
  4. Comunicación asertiva: La comunicación clara y directa, sin juicio de valor, ni insultos, ni ironías, ni mensajes abiertos en los que es difícil responsabilizarse, les da mucha seguridad. Esta consiste en hacerse dueño de lo que se dice comunicando un mensaje claro a una persona determinada. Ej: Pablo, ¿arreglaste tu mochila?
  5. Animar en vez de alabar: Llenar a un hijo de alabanzas no ayuda en su autoestima, solo contribuye en que no tengamos credibilidad con lo que decimos, pues ellos no creerán que todo eso tan grandioso que decimos han hecho es cierto. Lo que les da seguridad es que reconozcamos su esfuerzo y los animemos a continuar con aquello que se han propuesto.
  6. Creer en que el es capaz: Conocer a nuestro hijo y confiar en sus capacidades, así como confiar en él como persona. Como padres somos los llamados a creer que nuestro hijo puede lograr sus metas en sus tiempos y con su estilo, así como confiar en su honestidad. Ellos perciben desde muy pequeños si nosotros creemos en ellos o no, lo cual va quedando marcado en su memoria emocional en la medida en que crecen. Cuando creemos en ellos les trasmitimos adicionalmente el valor del esfuerzo personal, pues sin él las metas no son posibles.
  7. Valorar su individualidad distinta a la mía:  Nuestros hijos son únicos e irrepetibles con lo cual serán distintos a nosotros.  Para que ellos se sientan amados y por lo tanto seguros necesitan sentir que sus padres lo aceptan con sus características propias y personalidad y gustos distintos a ellos.
  8. Reglas claras en casa:  Es necesario que nuestro hijo conozca las reglas que hay en casa para saber cual es el marco permitido.  Las reglas le dan seguridad al hijo pues tiene la certeza de lo que sí está aceptado, de cual es el comportamiento esperado y cual no lo es.
  9. Permitirle decidir y hacerse cargo de su decisión, sin criticarla: Demos a nuestro hijo dos opciones válidas para nosotros para que elijan una de ellas, así aprenderán a decidir. Cuando ellos elijan una respetemos su decisión, sin hacer caras negativas ni tratar de convencerlos de cambiar la decisión. Si hemos dado dos opciones igual de buenas y hemos dado la oportunidad de que ellos decidan es porque vamos a aceptar de igual manera cualquiera de las dos opciones propuestas.
Un hijo reconocido, valorado y amado será un hijo seguro de sí mismo.

Entrevista a Pilar Sordo: No quiero envejecer

En la entrevista que tuvimos el gusto de realizar junto a Estefanía Carofilis de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, Pilar nos habló de su investigación "No quiero envejecer".

Nos comenta Pilar que cuando empezó a trabajar el tema de la muerte la frase "No quiero envejecer" se repetía constantemente en las personas entrevistadas, así que decidió iniciar una investigación que duró 4 años, en la que encontró que las personas tienen poca actitud por celebrar la vida, y  tienen miedo a envejecer.

Para Pilar, ser viejo,  es el proceso en que los recuerdos no pueden superar a los proyectos. La vejez no tiene que ver con la edad, tiene que ver con los sueños, pues hay personas que son viejas de 35 o 40 años porque ya hicieron en la vida todo lo que querían en función de su éxito profesional, y ya no tienen nuevos proyectos, lo que les plantearía una nueva búsqueda vocacional.

Nos invita a planificar alrededor de los 30 años algunos aspectos para vivir la vejez,  o el momento cuando ya no tengas un trabajo, como son:

  • Guardar dinero
  • Tener sueños, replantearse que quiero hacer con la vida
  • Mantener los vínculos afectivos significantes, preparar la vida para envejecer con seres que te quieran, en vez de hacer una carrera por obtener bienes materiales.

Muchas veces esta etapa de la vida, en que ya se cumplieron las metas laborales y todavía hay fuerza y años para seguir siendo útil, puede cogerte por sorpresa, es por esto que planificarlo, planteándote nuevos proyectos te ayuda a vivirlo de forma saludable.

¿Inquietudes?,  no dudes en escribirnos al consultorio online, ¡estaremos gustosos de responder y ayudar!

Saber escuchar: la clave para una buena relación

Vivimos en un mundo lleno de ruido, sonidos y voces de las personas que nos rodean; pero con una gran ironía presente cada vez sabemos escuchar menos. Empezando por nosotros como individuos, en muchas ocasiones estamos en conversaciones y se nos dificulta escuchar las ideas, opiniones y demás de las otras personas. Luego como pareja, por lo general en las noches después de nuestros largos días no tenemos la disposición de prestar atención a aquellas anécdotas ó quizás problemas que nos está compartiendo nuestro cónyugue. Finalmente con nuestros hijos, esos que nos cuentan una historia sin fin desde que abren sus ojos. Difícilmente escuchamos lo que realmente pasa con ellos.

Hoy nos enfocaremos en una herramienta muy importante no solo para la crianza de nuestros hijos sino para todas nuestras relaciones interpersonales “saber escuchar”. Jane Nelsen nos explica que los niños escuchan después de sentirse escuchados. Es común que como padres busquemos explicar, aclarar, realizar aclaraciones pero recuerden que no es un monólogo y es de suma importancia escuchar a nuestros hijos antes de hacer cualquier juicio de valor. Una vez que nuestros hijos nos compartieron su punto de vista, su postura e ideas frente a la situación con la que nos enfrentamos, será mucho más fácil para nosotros partir desde donde ellos se encuentran hacia la explicación o aclaración que queremos compartirles. Recuerden que nuestros hijos aprenden de lo que nosotros les modelamos, si ellos ven constantemente que sus padres, los interrumpen, no los dejan terminar su idea o participar en la discusión

Extraído De las Tarjetas de Disciplina Positiva:

  • Es necesario identificar ¿Cuántas veces estoy interrumpiendo, explicando, defendiendo mi postura, sermoneando o dando órdenes a mi hijo que quiere hablar. Recordemos que los monólogos son sólo para el teatro. Este tipo de costumbre puede deteriorar gravemente nuestro vínculo, porque genera un sentimiento de frustración al no se escuchado, baja autoestima porque “quizás no vale la pena que me escuchen”.
  • Deténganse y sólo escuchen. Luego realiza preguntas curiosas para comprender más su postura. Cuando una persona se siente juzgada difícilmente compartirá información con nosotros. Mucho menos nuestros hijos. Es por eso que debemos ser curiosos y tener mucha paciencia.
  • Una vez que terminó tu hijo, pregúntale si ya está listo para escucharte y ahora se breve y concreto. “Keep it simple” mientras más concretos y directos seamos, mucho mejor.
  • Finalmente enfóquense en soluciones. Echarle la culpa ó señalar con el dedo a los culpables no nos lleva a ningún lado.

 

 

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