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Belén Bonnard Escrito por  Feb 25, 2016 - 2258 Views

El Diario de Ana - Un día en la vida de los adultos mayores - Nueva etapa

Martes 7 de diciembre:

Hoy me levanté a las 7 AM, me bañé, me puse una ropa elegante, me preparé unos ricos pancakes con miel y un delicioso vaso de leche entera. Salí rápido de mi casa para que me alcanzará el día. Tomé mi auto y al salir del garaje me encontré con la sorpresa de que mi vecina Luisa ya estaba empezando su día también. Salí para la peluquería, luego pasé visitando la Iglesia, me queda tan cerca de mi casa y finalmente llegue a mi empresa. El día de trabajo estuvo bastante movido, pero se siente muy bien el cansancio porque la satisfacción de haber cerrado un negocio es más grande. Salí del trabajo un poco antes de lo habitual para pasar recogiendo a mis hijos y llevarlos a comer pizza. El mayor un caballero encargado de ordenar la pizza; la de en medio, engreída como siempre, así que tuve estar pendiente de que no se escapará a los juegos; y el más piojo comiendo con ayuda de mamá aún, pero feliz. ¡La pasamos increíble! Volvimos a casa y mi esposo llegaba al mismo tiempo del trabajo, lo noté bastante cansado, me imaginé que no había sido un día tan bueno pero, vernos siempre le saca una sonrisa a su rostro y esta vez no fue la excepción. Luego ya era hora de dormir, así que lleve a los niños a bañarse y a dormir. Finalmente tuve un tiempo a solas para compartir con Fabián, mi esposo, un poco acerca de nuestro día y animarlo con una buena noticia que le traía.

Definitivamente la compañía aligera el paso al andar.  ¡Hasta mañana, querido diario!

Miércoles 8 de diciembre:

Hoy empecé mi día a las 5 de la madrugada porque no pude dormir más, quizás las pastillas para dormir no hicieron efecto esta noche. Esperé una hora hasta que llegara la enfermera y me ayudara a bañarme y a vestirme, hoy me puse la bata de los miércoles. La enfermera me preparó una avena con yogurt natural, algo sencillo hoy, porque ayer se me había subido un poco el azúcar. Llegó mi hija por mi, en su auto a recogerme para llevarme al doctor, pues hoy me toca control del marcapasos. Al salir, no se por qué hoy recordé a mi vecina Luisa, bueno ex vecina antes de que mis hijos me trajeran a vivir a este nuevo barrio. Cuánto la hecho de menos, desde el cielo me cuida mi Luisa. Luego del doctor quería pasar por la Iglesia, pero finalmente se nos hizo tarde y no pudimos ir, mi hija debía ir a recoger a sus hijos a la escuela. Llegué a casa, recé mi rosario en la sala, me sentía un poco cansada así que fui a mi habitación a ver televisión hasta que me quedé dormida. A las 6 de la tarde la enfermera me despertó para darme la medicina y ayudarme a comer, pues en la noche me duelen más los dedos. Empecé a ver la novela luego de la cena, pero estaba muy melancólica esta parte, así que la apagué nomás y esperé a que me diera sueño. Cuánto extraño a Fabián, él era el de las largas y entretenidas conversaciones nocturnas. Definitivamente la compañía aligera el paso al andar. Mañana será otro día, querido diario.

La realidad del adulto mayor:

El diario de Ana, recoge experiencias y anécdotas de algunos adultos mayores e intenta hacer comprender al lector lo rápido y drástico que las personas mayores sienten el paso en su vida, de ser adultos independientes y productivos a adultos mayores dependientes y jubilados.

Este diario trata de que nosotros, hijos, podamos comprender, un poco mejor, como se sienten nuestros padres o abuelos. Es muy frecuente escuchar que las personas mayores son personas: tristes, amargadas o bravas. Es muy fácil que éstos sean los primeros adjetivos que se crucen por nuestra cabeza al ver a un abuelito, y es mucho más fácil aún decirlos, pero cuántas veces le hemos preguntado a nuestro adulto mayor cercano: ¿Cómo se siente?, ¿Por qué?, ¿Desde cuándo?, ¿Qué le gustaría hacer?… Probablemente nunca.

Muchas veces creemos saber qué es lo mejor para nuestro papá o abuelo y tomamos decisiones sobre ellos sin conversarlo antes con los protagonistas.  Es verdad que para las personas mayores en ocasiones es más complicado entender cosas que parecieran lógicas o sencillas para el resto, pero es ahí donde, en silencio, ellos nos piden la misma paciencia con la que ellos mismos nos contestaban cada una de nuestras miles de preguntas a nuestros 2 años. También es real, que con el paso de los años, los adultos mayores van teniendo conductas que se podrían asimilar a las de un niño pequeño, pero esto no nos debe confundir. Los adultos mayores no son niños, por eso el trato con ellos no puede ser igual. Ellos necesitan saber por qué, cuándo y cómo, sus hijos han decidido cambiarlos a otra casa, ellos merecen saber por qué ya no pueden comer ciertos alimentos, ellos necesitan y merecen explicaciones.

Con el paso del tiempo, la expectativa de vida se ha extendido, por lo que cada vez la etapa de la adultez mayor es más larga. Actualmente un adulto se jubila a los 65 años y tiende a vivir hasta alrededor de los 80 años, es decir que vive 15 años como un adulto mayor. Lastimosamente, por diferentes factores sociales, la adultez mayor conlleva una connotación negativa, de inutilidad, poca productividad, enfermedad, depresión y deterioro. Estas etiquetas han hecho que la persona relacione la jubilación con el fin de su vida y no con el comienzo de una nueva etapa.

La adultez mayor es una etapa de la vida, llena de cosas bonitas y otras difíciles, como es normal en cada etapa de la vida. En esta etapa se disfruta todo lo sembrado a lo largo de su vida, la familia, la amistad, el conocimiento, la experiencia, incluso muchas veces el dinero. En esta edad el nivel de estrés disminuye debido a que ya no hay tantos factores de tensión como lo solían ser el trabajo, el sustento económico, la educación de los hijos, su futuro, etc. En esta etapa el adulto mayor debe buscar realizar aquellas actividades de interés que siempre tuvo y quizás no pudo hacer por falta de tiempo, ya sea aprender un nuevo idioma, un tipo de baile, aprender alguna habilidad manual nueva, pertenecer a un grupo social, ayudar a la parroquia, etc.

Cuando se llega a esta etapa, el adulto empieza a mirar su vida hacia atrás y se empieza a cuestionar si cumplió sus planes de vida o no. Este proceso puede ser de mucha satisfacción o puede ser frustrante por un sentimiento de inconformidad con la vida llevada, es por esto que es sumamente importante una buena compañía que los escuche y ayude a aclarar cualquier autocrítica subjetiva que esté provocando sentimientos negativos en la persona.

Esta etapa no es “un ratito”, son alrededor de 15 o 20 años que debemos aprender a disfrutar, a conocer y a aprovechar sus tesoros.

Si hay que darle una connotación al término “adultez mayor, abuelito o jubilado”, que sea positivo. Que cuando escuchemos estos términos pensemos en: experiencia, sabiduría, alegría, esperanza, cariño, etc.  Para que este cambio sea posible, solo está en nuestra manos, recordémosles que ellos aún pueden hacer muchísimas cosas, simplemente que las hacen diferente y diferente es bueno.

Busquemos acercarnos a nuestros abuelitos, conversemos con ellos, motivémoslos a salir de sus limitaciones imaginarias, recuerden que ellos están viviendo encasillados por los limites que la sociedad les ha impuesto mediante este concepto negativo de la etapa que viven.

Quizás en algunos años, gracias a nosotros, el diario de Ana diga algo como: “Hoy amanecí con dolor en la cadera así que tuve que ir al doctor, pero voy muy feliz porque ese dolor me recuerda que ayer bailé hasta decir basta con mi nuevo grupo de amigas de la academia.”

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Belén Bonnard

Psicóloga Clínica
Directora Novavida  
Sitio Web: https://www.instagram.com/novavidaec/ Email Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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