Laura María Noboa Escrito por  Sep 14, 2014 - 2222 Views

Nuevo en la familia

Así como hay muchísimas relaciones exitosas y agradecidas de parte de las parejas en relación con “la abuelita” y “el abuelito” bonachones y comprensivos que logran relaciones armoniosas, también hay ejemplos para nada envidiables de relaciones tormentosas protagonizadas por nueras ‘arpías’, yernos ‘indolentes’ y suegros ‘metiches’, que deslizan frases desaprobatorias con el ánimo de “ayudar” o dejar saber de manera directa que su hijo o hija “se merecía a alguien mejor”. Para evitar esos roces o animadversión entre nueras/yernos y suegros, ¿desde cuándo se debe empezar a cuidar este tipo de relaciones?

Yerno, nuera y suegros tienen expectativas diferentes. Las bases para una buena relación se construyen con buena voluntad.

Laura María Noboa, licenciada en Orientación y Consultoría Familiar, refiere que la relación del yerno o la nuera con sus suegros debe empezar a cultivarse desde el principio, cuando aparece el nuevo integrante de la familia. Para ello es importante el respeto a las opiniones, a la cultura familiar, costumbres y jerarquías de la familia. Esto debe ser de lado y lado, sostiene Noboa, pues a nadie le gusta que lo descalifiquen ni que descalifiquen sus costumbres familiares. Si no ponen de su parte, puede llevar al resquebrajamiento de la pareja o, en el peor de los casos, a una familia separada y distante. Cuando ya se ha manifestado el deterioro en estas relaciones, ¿cómo superarlas sin volverse sumiso/a o ser siempre la parte que cede? Noboa dice que lo ideal es poder tener una conversación clara, con cariño y respeto, en la que ambas partes se escuchen, puedan llegar a acuerdos y estén dispuestas a ceder a favor de unos grandes beneficiarios: ¡los nietos!

Entre la espada y la pared

Noboa explica que para el hijo/hija es muy dolorosa esta situación y se encuentra entre la espada y la pared, porque le toca ver que las personas que más ama están en disputa. Suele suceder que no pueden enfrentar a sus padres y solo le piden a su pareja que ceda, lo que es muy duro para esta, ya que ceder siempre puede provocar resentimiento y rupturas en la pareja. El psicólogo clínico Óscar Nieto Barquet refiere que las relaciones negativas son estructuradas por los paradigmas sociales, sobre todo relacionados con el hecho de ser suegros. Esto pone de manifiesto una dinámica dolorosa: nadie puede hacer feliz a su pareja, despreciando sus raíces. Nadie puede amar a su pareja si no viene de un profundo amor agradecido a sus propias raíces y a las raíces del otro. Hilando más fino: el amor, el respeto y la gratitud hacia la madre, es decir, la suegra, son la clave de la felicidad en la pareja. Es el único camino sano y feliz. Si se desea una vida congruente con el amor familiar, se debe cultivar ese amor agradecido, el respeto a la grandeza de los padres del otro, los suegros, desde antes incluso de conocer a la futura pareja, para que esta sepa que va hacia un ser completo. Y que este ser también requiere que venga completo. Completo: con papá y mamá en su corazón, independientemente de lo que estos hayan hecho bien o mal.

Posiciones inamovibles

Cuando nadie quiere ceder, explica Noboa, se pierde un gran beneficio para la familia, que es el legado de los abuelos a los nietos, ese cariño inmenso y generoso. El hijo/hija se queda huérfano en vida y está muy solo, y puede albergar mucho resentimiento hacia su pareja. Y los suegros pierden a su hijo/hija y a sus nietos y ese hecho es muy doloroso. Nieto refiere que la estructura saludable de una pareja tiene sus fundamentos en los padres de ambos. Por lo tanto, no se es sumiso al ceder. Al contrario, no ceder es tristemente pretencioso. Simplemente se reconoce la grandeza de quienes dieron la vida al otro que descubre y ama. El respeto a la jerarquía de los suegros no es sometimiento. Es una expresión del amor por el otro, que viene de ellos, que son sus raíces, y viceversa. El primer paso es superar los paradigmas acerca de lo que ‘son’ los suegros. Desde estos paradigmas se excluye a los suegros-abuelos, se los rechaza, se olvida que son ellos los dadores de la vida del ser que se dice amar. Cuando se superan estos paradigmas, es posible el reconocimiento, basado en el respeto, de los suegros, es decir, de los padres del otro.

Aceptación ante todo

Noboa cree que lo mejor es que el hijo/hija hable tanto con sus padres como con su pareja para pedirles que por amor a él/ella y a sus niños abran sus corazones, dejen sus prejuicios y falsas expectativas de lado y entiendan al otro. Nieto recomienda la aceptación: “Si me tomas, como yo a ti, me tomas todo/a. Y me doy todo/a. Eso incluye a mis padres, a quienes honro con mi felicidad, haciendo lo mejor con mi vida. Si no me tomas, completo/a, entonces me retiro”. El amor se construye con el reconocimiento. No con el resentimiento y la pretensión. El hombre ve a la mujer en la otra orilla, ambos se descubren, se reconocen y dejando la orilla toman el lecho del río y caminan hacia una nueva posibilidad, sin olvidar jamás de dónde vienen, sus orígenes, sus raíces, su amor primero. La manera en que puede el hijo/a contribuir a mejorar la relación es amando y respetando a sus propios padres, asegura Nieto, reconociéndolos y agradeciéndoles por la vida. Diciendo sí a sus padres y a todo lo que viene de ellos, tal como es. Sin juicios ni argumentos contra ellos. Solo asintiendo a lo que son: sus raíces, las únicas, las verdaderas. Si bien es cierto que los niveles de intervención de los suegros en la nueva familia, en ocasiones, pudieran ser desordenados, no es menos cierto que la necesaria relación de los más pequeños con sus abuelos es esencial para la vida de los nietos.

A veces es mejor alejarse

Alejarse un tiempo es bueno para reflexionar y pensar estrategias para conseguir la unión, dice Noboa. Puede que tus suegros o tu nuera/yerno no son lo que esperabas y habías imaginado antes del matrimonio, pues tienen derecho a ser distintos de lo que tú pensabas que serían. Es recomendable darse un tiempo para eliminar la imagen que uno hubiera querido tener de ellos y aprender a conocerlos y aceptarlos tal como son. Deben tener algo bueno ya que, en un caso, criaron a tu pareja, a quien has escogido; en el segundo caso, es la pareja que escogió tu hijo/hija. A quienes ahora son nueras o yernos algún día les tocará ser suegros. ¿Cómo les gustaría ser tratados entonces? ¿Están haciendo su mejor esfuerzo? Y los suegros, por su parte, también pueden responderse a sí mismos si con su comportamiento están siendo esos abuelitos adorables que todo nieto quisiera tener. Puede leer el artículo original tomado de La Revista 

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Licenciada en Orientación y Consultoría Familiar

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