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Los 7 principios para hacer que el matrimonio funcione

Los 7 principios para hacer que el matrimonio funcione es la recopilación del trabajo profesional de 40 años del Dr. Gottman, fundador y director  del instituto Gottman.  En esta obra el nos entrega un análisis en base a la experiencia del trabajo con parejas de los 7 principios que el considera deben tomarse en cuenta para el éxito del matrimonio, así como de las actitudes y comportamientos que usualmente llevan al fracaso del mismo.  

Este libro se lo encuentra en la web con posibilidad de descargar.  

Espero lo disfruten y que cada matrimonio encuentre en él ese ingrediente que vienen necesitando, que podría implicar un cambio importante en la relación.

Conyugalidad, ¿Estatus o proyecto?

Conyugalidad como Estatus

Pienso que la forma más práctica de comprender la diferencia es mirando lo que ocurre cuando somos “socios de un club”, nuestro estatus es pertenecer a ese grupo humano que coincide en deportes, ideas, o apreciaciones comunes. Se juntan para compartir esos intereses y se toleran las diferencias que surgen de esta interacción.

Conyugalidad como Proyecto

Los cónyuges: esposos, movidos por la fuerza del amor deciden unirse para formar un proyecto que les ocupará la vida entera.

Proyecto que los ocupa, mueve e impulsa a buscar múltiples maneras de hacer feliz a quien uno ama, pues ahí está la gran fuente de la felicidad personal. Esta decisión es mucho más que un simple sentimiento (que puede ser pasajero), lleva a las personas a conocerSE para asumirSE y poder desplegar al máximo las fortalezas, trabajando en las debilidades personales, las que con amor, comprensión y paciencia, son aceptadas y apoyadas por el otro, para emprender múltiples acciones que conducen a esa felicidad anhelada: los hijos, el desarrollo profesional, económico, etc… pero especialmente la construcción de una relación fuerte, transparente, solidaria, serena, profunda que llevará a ambos a una complementación imposible de alcanzar en relaciones fugaces, light, pasajeras…

Un proyecto que es único, despierta creatividad para renovarse y reiniciar siempre, es común sólo de los dos y esto nos mueve a motivarnos, cuando alguno, preso del afán de cada día, pierde el norte o se desmotiva; y es exitoso en a medida que invirtamos tiempo, energía, dedicación, empeño y sabiduría para impulsarlo con pasión, dedicación y fortaleza.

Algunos puntos para  compartir:

1. ¿Tenemos un proyecto?
2. ¿Qué caracteriza nuestro proyecto conyugal, familiar?
3. ¿Es común?, es decir, ¿los dos lo estamos asumiendo?
4. ¿Es exitoso? ¿Qué le falta para serlo?

La familia reconstituída: Cuando papá o mamá se vuelven a casar

Se llama familia reconstituida cuando uno, o los dos miembros de la nueva pareja han tenido un matrimonio anterior del cual existen hijos.

Luego de su primer matrimonio, donde tuvieron hijos, sea que terminó por divorcio o viudez, enamorarse otra vez es una opción para muchos; pensar en formar un nuevo hogar con la persona con la que han estado relacionándose, quien a su vez podría ser soltera, viuda o divorciada con o sin hijos.

Las variables son múltiples y los resultados también, y dependiendo de esto será el grado de complejidad en las relaciones de la familia a conformarse, pues no es lo mismo que uno de los dos tenga hijos y el otro no, a que los dos tengan hijos y todos vivan bajo el mismo techo, lo que sucedería si un viudo con hijos se casara con una mujer que tenga varios hijos de un matrimonio anterior. La edad de los hijos, también determinará el grado de dificultad en la adaptación familiar, ya que no es distinto si son niños pequeños o adolescentes.

Si como familia han atravesado la muerte de su padre o madre, o el divorcio de éstos, serán una familia que ha conocido un dolor muy grande, ya que estos factores causan uno de los sufrimientos más fuertes que un hijo puede vivir.

Así pues, el punto de partida de una familia reconstituida es la pérdida, por lo tanto los miembros de ésta, adultos y niños han vivido un proceso de sufrimiento. Los hijos han pasado o están pasando momentos muy duros, donde tendrá que haber de parte de los padres, contención, paciencia, y respeto a los tiempos, para que logren adaptarse a una nueva familia de forma positiva y sana.

Estoy saliendo con alguien: ¿Se lo digo a mis hijos?

Si has conocido a una persona con la que estás feliz, y proyectas que podría ser una relación seria y estable, debes presentarla a tus hijos, para que se familiaricen, a la vez vayan asumiendo que su mamá o papá está interesado y ha empezado a querer a alguien, a más de ellos, y que no es su otro papá o mamá. Como nadie ama lo que no conoce, les das la oportunidad de vivir el proceso de esta nueva relación en que podrán conocer y tal vez aceptar a tu nueva pareja, respetando los tiempos; con la posibilidad de que eventualmente lleguen a querer a esta nueva persona. De tal manera que cuando decidan que es momento de casarse no sea una sorpresa para ellos, sino algo que  veían venir.

No es aconsejable presentarle a los hijos a cada persona con la que puedan estar saliendo, pues este ir y venir de amigos/as solo les causa inseguridad e inestabilidad.

Al igual que deben evitar el mantener una relación secreta y hacerla pública a los hijos cuando ya han decidido casarse en fecha próxima, pues ellos no alcanzan a procesar tan rápido los sucesos y peor aún ver al papá o mamá tan involucrados en una relación que apenas es nueva para ellos. Solo les causará inseguridad en relación al amor de su padre o madre, desconfianza de la persona que se casará con él/ella, y rechazo. Dificultando seriamente la relación de la nueva pareja con los hijos propios.

¡Que cada uno duerma en su casa!

Si quieres que tus hijos se sientan a gusto con tu relación, es indispensable que respetes sus espacios, y el más importante es su casa y la hora de ir a dormir. Frases como éstas son comunes cuando los padres transgreden la intimidad de los hijos llevándolos a dormir a casa del novio/a o trayendo al novio/a a dormir a casa:

“Mi mami nos llevó a dormir a casa de su novio. No entiendo qué hacemos ahí.”

“La novia de mi papi duerme en casa, y se pone brava cuando lo abrazo” “La novia de mi papi viene a dormir a casa y trae a su hijito” “Ellos dos duermen con mi papi.” “No lo soporto.” “¿por qué tengo que compartir con ellos si yo solo veo a mi papi los fines de semana?”

“Tengo miedo de perder a mi papá, ahora sólo lo veo cuando está con su nueva novia, nunca está a solas conmigo” “Mi mamá tiene un novio que ahora duerme en casa, en la cama que era de mi papi, lo odio.” “Mi mamá tiene un nuevo novio, que también duerme en casa los sábados, igual que hacía el anterior”

Es difícil para los hijos aceptar una nueva pareja de papá o mamá, no se lo hagas más doloroso y valora los momentos de intimidad con ellos, diferenciándolos de los momentos con tu nueva pareja.

El orden es importante en la vida, y tus hijos agradecerán y valorarán que tu sigas el proceso ordenado en tu vida y en la de ellos, en especial si han sufrido el divorcio de sus padres, llevando un noviazgo con tu pareja fuera de casa y luego de un proceso prudente podrá venir la boda, cuando compartirán un hogar común. Recuerda que cada decisión que tomes tiene un efecto en tus hijos, consecuencia que deberás asumir con responsabilidad

La decisión de casarse con la nueva pareja.

Una vez que deciden casarse y lo comunican a los hijos deberán estar preparados para diferentes tipos de reacciones. Si tienen hijos muy pequeños, es probable que estén contentos porque se han encariñado con el novio o novia de papá o mamá. Pero si sus hijos son adolescentes, seguramente estarán tristes o disgustados, sobre todo si su otro papá o mamá de los que ustedes se divorciaron, están solos, y sus hijos tenían el sueño que algún día volverían a estar todos juntos, lo cual es muy normal. Este nuevo matrimonio acaba con la esperanza de los hijos de tener a sus padres casados nuevamente.

Una de las penas más grandes de los hijos es sentir que uno de los papás se queda solo, y resienten que el otro pueda estar tan feliz con otra persona, mientras aquel papá o mamá sufre.

Es importante que ustedes, los padres que optan por un nuevo matrimonio tengan expectativas muy aterrizadas en cuanto la vivencia emocional de sus hijos con respecto a su nueva pareja. Lo más probable es que ellos tengan sentimientos confusos de resentimiento, tristeza, decepción, odio, miedo y cariño si es que tu pareja les cae bien, o han logrado aceptarla.

Ese es el momento en que sus hijos necesitarán de la comprensión y paciencia de sus padres, pues estarán a travesando una etapa de aceptación de su nueva circunstancia.

Estas vivencias suceden con el primero de sus padres que contrae un nuevo matrimonio, para cuando el segundo de sus padres decida tener una nueva familia, ya habrán conocido esta nueva realidad, con lo cual el proceso que atraviesan les será más familiar, lo que no significa que por conocido esté ausente de dolor.

 

Nuestro hijo se casó: ¡Tomando sus propias decisiones!

Seguro nos sucedió a nosotros cuando salimos de casa de nuestros padres, llenos de ilusión por la nueva etapa de la vida que tocaría escribir. Igual que a ellos ahora, tuvimos la intención de repetir en nuestro hogar recién formado todo aquello que nos parece que funcionó en nuestra casa y nos hizo felices. Y si es que nos atrevimos a cuestionar a nuestros padres, quisimos cambiar aquello que nos hizo sufrir o que nos parece que no dio buenos frutos o consideramos innecesario.

¿Libertad o lealtad?

Las decisiones que ellos van tomando nos podrán parecer malas o buenas, podrán hacernos sentir orgullosos o preocupados; pero debemos distinguir que estas, aunque diferentes a lo que nosotros tomamos en nuestro momento, no nos cuestionan, sino que se refieren a su realidad, la cual es diferente a la nuestra. En muchas ocasiones los padres evaluamos lo que ellos deciden en función de lo que nosotros hicimos y cuando ellos deciden diferente nos sentimos cuestionados… Reacción por demás injusta para con nosotros mismos, pues la vida es distinta y su realidad también.

No debemos ver su vida a través de nuestra propia experiencia, sino ser capaces de ponernos en sus zapatos y ver a través de sus ojos.

El que se casa, "casa quiere"

El que se casa, "casa quiere" Este dicho es muy cierto y también muy educativo para que la pareja que empieza se conozca mejor, reparta las tareas y encuentre sus roles dentro de la convivencia. Este aprendizaje debe ser de dos personas, ¡no de seis! Ambas parejas de padres deben estar fuera de la convivencia diaria permitiendo a la nueva pareja hacer su propio aprendizaje así como elegir sus propias reglas y estilo de vida, aunque nos parezca distinto al que vivieron con nosotros.  Para que ellos logren su propia experiencia necesitan espacio, siendo tarea de sus padres ayudarlos a conseguirlo, evitando tenderlos atados a su casa, aceptando que ya tienen otra que es la suya propia.

Si por alguna razón deciden vivir en casa de sus padres por un tiempo, debemos recordar que, aunque viva todavía con nosotros, ya está casado, por lo tanto nuestro hijo/a forma con su pareja una unidad diferente dentro de nuestro hogar, lo que significa que debemos respetar la privacidad e independencia de la nueva pareja, así como ellos deberán respetar las costumbres y reglas de la familia con la que viven.

Mi hijo se va a casar: ¿Estará listo para salir de casa?

Cuando tu hijo te dice: “mami, papi, me voy a casar” los sentimientos son ambivalentes… por una parte, si te gusta el chico o chica que ha elegido, estarás feliz, pero por otro lado, significa el inicio de una nueva etapa tanto en su vida como en la tuya, así como empezar a asumir su partida de casa y el espacio que deja.

Asimilar la salida de casa de un hijo, sea porque eligió casarse, como si ha decidido vivir solo, nos enfrenta a los padres a una serie de cuestionamientos en virtud de nuestro rol como educadores, a aceptar las decisiones que ellos tomen como personas maduras que nosotros hemos criado, a pesar de no estar siempre de acuerdo con ellos.

No sabemos si les va a ir bien… O no tan bien…

Tendremos dudas y hasta temor. Pero en la vida hay muchas incertidumbres y debemos apelar a la confianza en ellos y en nosotros como padres que los hemos educado para que sean hombres y mujeres íntegros capaces de valerse por sí mismos, dándoles la certeza seguiremos ahí para cuando ellos lo necesiten. No es lo mismo el que se va, que el que se queda… el que parte lo hace lleno de ilusiones por el camino nuevo a descubrir, el que queda tendrá el vacío que deja el que se fue,  pero sobre todo, tendrá la alegría que nos regala la labor cumplida pues educamos hijos para que tengan la capacidad de volar por sí mismos fuera de casa, tomar sus propias decisiones y hacer su propia vida. 

¿Padres sobreprotectores de hijos casados? ¿Hijos dependientes y cómodos?

Nuestros hijos son adultos, se han casado, independizado, pero pueden existir las mismas dificultades de cuando estaban en casa. De parte de los padres podríamos seguir siendo sobreprotectores, esto es: evitar que sufran, que se cansen, que la pasen mal, y por lo tanto que sobrelleven las consecuencias.

De esta forma los padres evitan la independencia de los hijos ya fuera de casa, los que muchas veces adoptan actitudes cómodas, con las que no crecen, ni asumen las responsabilidades de su nuevo rol; porque sus padres en vez de ser un apoyo con una distancia prudente, están metidos en la vida de sus hijos sintiéndose indispensables para el éxito de ellos en su nueva etapa.

Haciendo todo por y para ellos, les hacen las compras de supermercado, contratan a la ayuda doméstica, o ellos mismos llevan a alguien para que les haga la limpieza, les hacen lavandería, les llevan comida y se la congelan; de tal forma que los recién casados viven una isla de la fantasía alejados de la realidad del día a día en que deben repartir tareas, asumir los gastos, tener desacuerdos por lo cotidiano, y resolverlo.

Es indispensable que los padres al igual que permitieron a sus hijos caminar y caerse, les permitan ahora independizarse y vivir su autonomía, sacándoles de la comodidad y dependencia en la que los tienen sumidos favoreciendo que asuman sus responsabilidades de adultos maduros.

Nuestro afán porque no se vayan, por sentirnos útiles e importantes en su vida, a veces nos lleva a un comportamiento en que les facilitamos todo, como si fueran incapaces de hacerlo por sí mismos. Ya salieron de casa, dejémoslos crecer… una cosa es darles la mano, otra, hacer las cosas por ellos.

Propiciemos su independencia confiando en ellos y dejándolos ser.

Mi hijo casado todavía no quiere tener hijos

No todas las parejas tienen hijos al mismo tiempo. Hay parejas que consideran en su proyecto de vida, tener hijos apenas se casen, y otras, esperar un poco más. Una de las decisiones para las que encuentran más presión las parejas nuevas es la de su futura paternidad, pues cada vez que visitan a sus padres la conversación gira alrededor de cuándo vendrán los nietos, y lo que haremos con ellos.

Este tipo de presión sólo aleja a tus hijos de casa, y ni decir a tu nuera o yerno.

De cara al futuro personal es muy importante que tanto papá y mamá tengamos una vida propia, de pareja y familiar, de tal forma que no estemos esperando que lleguen los nietos para llenarla, pues estos serán los hijos de nuestros hijos y por lo tanto su responsabilidad. 

Matrimonio: Amar para siempre

Antes una refrigeradora era para toda la vida, cada objeto que adquiríamos era con la promesa, y también esperanza que durara mucho tiempo, lo más posible, para no tener que reemplazarlo, y si fuera posible, ¡para toda la vida!

Las relaciones entre las personas son el reflejo de la era consumista… mientras nos benefician y nos sirvan las adquirimos, las conservamos mientras sean útiles, luego cuando ya no nos rinden, las desechamos, como objetos: dejaron de cumplir la función por las cuales se las eligió.

¿Ahora que sucede? Cuando se daña, viene el técnico y nos dice, nada como las de antes, si ésta refrigeradora nueva se daña, mejor bótela y compre una nueva, repararla es muy caro, ahora todo lo hacen desechable.

En los tiempos que vivimos, queremos consumirlo todo y vivir para el placer y bienestar, la comodidad se ha convertido en un valor, es decir esforzarnos poco o nada, pero recibir a cambio todo lo que sea posible.   Pensamos, que es en esta forma como encontraremos la felicidad.   Cuando vamos al mall y compramos algo, apenas vamos saliendo ya pensamos en que más queremos regresar a comprar, invertimos mucho tiempo pensando en los objetos que nos faltan, y no tanto en lo apenas adquirido, es como si perdiera valor rápidamente, con poco uso ya es viejo..."está usado".

Me preguntarán: ¿que tiene que ver esto con el amor y el matrimonio? ¡Pues todo! Ahora el amor ha pasado a ser un bien de consumo más, igual que con la refrigeradora, ya no esperamos que "el matrimonio sea el amar para siempre", y si es que todavía pensamos que sea para toda la vida, no ponemos todos los medios para lograrlo esperamos que sea el otro el que lo haga.  Son pocos los decididos a poner todo de sí mismos para salir adelante frente a las dificultades.

Las relaciones entre las personas son el reflejo de la era consumista… mientras nos benefician y nos sirvan las adquirimos, las conservamos mientras sean útiles, luego cuando ya no nos rinden, las desechamos, como objetos: dejaron de cumplir la función por las cuales se las eligió. Y, que pasó con “te amaré hasta que la muerte nos separe”, se está cambiando por te amaré mientras me des lo que necesito, y de la forma como me gusta” (atención, cariño, independencia de los padres, bienestar económico, comodiad, etc )..."cuando ya no cumple con los requisitos por los cuales lo elegí, busco eso en otra persona que me haga sentir bien, que me de lo que busco…” "pues me merezco algo mejor, no nací para sufrir…sino para ser feliz” es lo que escuchamos.

Amar por un tiempo:

Cuando hablo del amor para un rato me refiero a las relaciones rápidas, intensas, que duran poco, en donde no hay un compromiso, sin embargo entrego mucho, a uno mismo en el acto sexual, pero CREO que doy poco, pues tratan de proteger todas sus emociones para no sufrir luego cuando la relación se termine (casi siempre están pensando, ¿cuando es que se termina?, pues no hay entre ellos un contrato implícito a largo plazo, ni la posibilidad de que exista). La gran paradoja es que mientras se trata de ser feliz, solo se encuentra el vacío y la tristeza que deja una relación más, en la que no se comprometen por protegerse emocionalmente, pero terminan silenciosamente heridos. Esto sucede tanto en parejas en etapas de enamoramiento, como en los matrimonios, que ha pesar de tener un rito explícito en el cual se prometen estar toda la vida juntos, no creen que eso sea posible.

¿Qué nos llevó a esto? ¿Qué sucedió que ahora las relaciones son tan frágiles?

El compromiso se ha convertido en un desafío a los tiempos postmodernos en los cuales el consumo, el bienestar y la comodidad son el hilo conductor de la vida.

Los miedos:

Existe realmente un terror al compromiso, que a la vez encierra muchos miedos.  Miedo a perder la independencia para hacer lo que quiero a la hora que me provoca….y volverme dependiente y perder espacio de acción…miedo a la incertidumbre que trae una relación de dos… miedo a perder comodidades… miedo a que el otro saque lo peor de mí… miedo a que no confíen en mí… Miedo al conflicto…miedo a renunciar a algo para llegar a acuerdos… miedo a no recibir lo que espero… miedo a perder el control de la situación…miedo a donarme por entero y que el otro lo haga a medias… Miedo a que el otro no se comprometa como yo y me deje… desconfianza en el otro... miedo a el cambio…en el fondo existe un gran miedo a sufrir y a amar.   Estos miedos se convierten en una gran coraza, que a la vez que me protegen de salir herido de una relación, impiden que el otro me ame, pues no pueden llegar a mi… y por lo tanto impiden que ame, pues si amo podría quedar indefenso.

Si no me comprometo, no me entrego por lo tanto elijo ser libre, sin responsabilidades hacia un Tu, vivo una falsa felicidad, pues lo que encuentro es soledad, egoísmo, resentimientos, heridas. Una relación sin compromiso está destinada a morir. Es una trampa, en la que encuentro exactamente lo contrario a lo que buscaba.

¿Que significa amar para siempre?

Cuando dos personas elijen estar juntas para toda la vida, con plena convicción de su decisión, se comprometen a amar al otro, a dar lo mejor de sí, a cuidar al otro, a respetarlo, a incomodarse, a plantearse un proyecto de vida en común. El ser amado resulta como respuesta del amar al otro.

Si me comprometo con otra persona en una relación para toda la vida, tendremos momentos de intimidad, alegría, ternura…viviremos con la seguridad que para los dos la relación es para siempre, lo que implica que ante las dificultades, las tristezas, los desacuerdos, los resentimientos, los sufrimientos que son parte natural del matrimonio, trataran juntos de buscar soluciones, para vivir plenamente esta meta, y no será la separación la primera respuesta.

Es decisión nuestra si elegimos relaciones sin compromiso, o elegimos amar a otro para toda la vida, con la disciplina y voluntad que cada uno de nosotros posee, dispuestos a caminar con nuestra pareja a través de los inviernos, fríos y sombríos, así como disfrutar de las primaveras soleadas y florecidas, con la disposición de mantenernos de la mano del otro.

¿Un viaje para salvar al matrimonio?

Tengo problemas en mi matrimonio, siento que hace un tiempo ya las discusiones y resentimientos nos separan cada vez más. Mi esposo me acaba de invitar a un viaje, pues dice que unas vacaciones podrían mejorar nuestra relación. Tengo mis dudas de que esto solucione nuestro problema.

 Mónica


Hace un tiempo atrás las parejas pensaban que teniendo un hijo los problemas conyugales se solucionarían, pero luego de un tiempo, en que el bebé ya estaba aquí, las dificultades en vez de solucionarse  habían empeorado, pues nunca se trabajó el problema de fondo, sino que se le puso tierra encima y se siguió viviendo como si nada hubiera pasado, siendo el bebé  una distracción, que con el pasar del tiempo en que ya todos se acostumbraron a su presencia siendo ya parte de la familia, quedaba al descubierto la crisis matrimonial.   Este tipo de "solución" a los problemas matrimoniales dejó de practicarse pues con la experiencia de algunos se dieron cuenta que el aumentar los miembros de la familia no solucionaba la crisis, sino más bien, la empeoraba pues aumentaba el grado de dificultad familiar, existiendo un hijo adicional que sufriría las consecuencias de ésta.  No enfrentar el problema no lo soluciona, solo lo posterga.

El viaje, es una solución aparentemente diferente, pero con efectos muy parecidos. Un viaje, es de por sí, un stop a la vida cotidiana, un momento de distracción en dónde dejamos de lado los factores estresantes, es un momento de encuentro al que vamos con intenciones de pasarla bien, y en éstos casos, con la ilusión de recuperar el amor lastimado.

Cuando existen problemas en una  relación de pareja, estos no van a desaparecer por arte de magia, por cambiar el ambiente y viajar a algunos kilómetros de distancia, por más ilusión que podamos albergar en ésto.

Podríamos intentar que el viaje funcione para poner en positivo la relación (no solucionar el problema de fondo)  pasándola bien, teniendo una grata experiencia, si tomamos conciencia de nuestra responsabilidad en el problema y con grandes actos de voluntad hacemos todo lo posible por contener nuestro carácter y hacer cosas por y para el otro, de tal manera que durante el viaje estemos más concentrado en buscar la felicidad del otro que la propia.  Pero si vamos al viaje con la actitud que por ósmosis o mágicamente el solo hecho de estar de vacaciones mejorará la relación, caeremos en una gran trampa, en la que no va a mejorar nada, pues no tenemos claro  ni el problema, ni  nuestra responsabilidad en él, por lo tanto no  haremos esfuerzos claros y conscientes para mejorar la relación. Seguramente no se cumplirán las expectativas que teníamos con respecto al viaje, y regresaremos tristes y decepcionados diciendo “lo intenté, pero no resultó” “hasta nos fuimos de viaje, pero ni así estamos mejor”. Es como si el viaje fuera la pastillita de la felicidad, y esto no existe.

Lo recomendable  al tener dificultades en el matrimonio es acudir a una terapia de pareja, en dónde confronten lo que sucede hagan explícitas sus emociones, cada uno asuma su responsabilidad en el problema, aprendan una nueva forma de resolución de conflictos, se pidan perdón y perdonen, una vez que esto suceda, y al final de dicha terapia, podrán optar por un viaje, pero no como una solución mágica, sino como el resultado de un aprendizaje en pareja que marca el inicio de una etapa de mayor madurez. Ahí sí será un regalo luego de la crisis, no la solución a ésta. 

 

 

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