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8 tips para adolescentes con problemas de estrés

Es frecuente que en cualquier ambiente nos encontremos con personas cuyos rostros o actitudes denotan: prisa, impaciencia, y algunas otras inclusive tensión, ansiedad, y que incluso pueden ser adolescentes, no solo adultos.

Cómo solucionar los conflictos de pareja

Existen muchas situaciones que desencadenan en problemas conyugales.  A continuación describimos algunos de ellos y la forma como solucionar los conflictos de pareja.

1. ¿ Quién tiene la razón?

“yo se reconocer cuando me equivoco, pero ella… Nunca!

Lo más común es pensar que uno tiene la razón y el otro está equivocado, y esperar siempre a que el otro se disculpe por su falta. Es frecuente la frase: “yo se reconocer cuando me equivoco, pero ella… Nunca” .   Mientras pensemos así va a ser muy difícil solucionar el problema.

¿Han pensado alguna vez cómo se siente el otro cuando discutimos, y qué es lo que lo lleva a comportarse de esa manera? Más aún, ¿que hacemos nosotros para provocar esa reacción en el otro?   Cuando hay una discusión hay dos posiciones y estas se influencian recíprocamente todo el tiempo.

En vez de estar acusando al otro de culpable, y si nos importa lo suficiente nuestra relación, el ejemplo a nuestros hijos y el ambiente familiar, podríamos dejar del lado la dinámica ataque/defensa/ataque para ser protagonistas del cambio. ¿Cómo?   Pensando: qué puedo hacer yo, dónde debo cambiar yo, para que estas diferencias no terminen en discusiones eternas en dónde nos herimos y resentimos, sino que lleguemos a una solución constructiva. En el momento en que uno cambia algo en sí mismo, el otro lo hará también, pues sentirá una relación mucho más placentera y estará motivado a continuar con la dinámica positiva, sobre todo sentirá que le importa al otro, y esto hará que valga la pena el cambio.

Esto no es fácil… muchas personas consideran que esto es rebajarse frente al otro… Yo no lo creo así, siento que es de valientes tomar la iniciativa, sobre todo cuando hay amor y de verdad se quiere luchar por la relación.

2. ¿Y el resentimiento?

El perdón es buen compañero, es ofrecer al otro una nueva oportunidad y no sacar en cara en las próximas discusiones la lista de ofensas recibidas con anterioridad

En cualquier discusión, si no se llega a una conclusión oportunamente, se puede pasar rápidamente del tema en cuestión, "las malas notas del hijo",por ejemplo, a herirse la pareja duramente. Es ahí cuando los ataques se convierten en descalificaciones verbales y gestuales, agrediendo al otro con todo nuestro cuerpo, en la medida en que las discusiones son más frecuentes, las descalificaciones aumentan hasta llegar al punto de haber acumulado grandes dosis de resentimiento en contra del otro.   El resentimiento es mal acompañante. ¿Cómo salir de una situación tan negativa? No es fácil, pues ya hay mucho dolor, y es real.

El perdón es buen compañero, es ofrecer al otro una nueva oportunidad y no sacar en cara en las próximas discusiones la lista de ofensas recibidas con anterioridad. El que ha ofendido siempre podrá reparar el daño cometido, es decir, reconocer su responsabilidad pidiendo perdón y haciendo un gesto positivo que le sirva al otro como símbolo para restituirle lo quitado. Es un acto, cómo unas flores, o una cena, una conversación con los suegros, después del cual los dos puedan pasar la página.

3. Una comunicación positiva.

Trasmitir lo que queremos decir no debe significar tener siempre un conflicto o una pelea aunque el otro piense diferente

La forma cómo nos comunicamos tiene mucho que ver en la manera de resolver nuestros conflictos, favoreciendo o desechando la posibilidad de llegar a un acuerdo. Una mala comunicación es fuego en la discusión, una buena comunicación es una puerta que se abre para llegar a un acuerdo.

Una cosa es decir: “otra vez a casa de tu mamá, ¿acaso no tienes nada mejor que hacer?” ella contestará “si, y qué”… muy diferente sería que le pregunte: “¿Vas a ir hoy a casa de tu mamá? Hoy viene el maestro carpintero y me gustaría que lo atiendas” Seguramente ella responda, “si iba a ir, pero mejor hago lo que me pediste”. En el primer caso la pregunta parecería encerrar un reclamo y además un juicio de valor, que a su vez causa malestar y se convierte en conflicto, el segundo demuestra la verdadera intención que era pedir un favor. Y si lo que lo preocuparía a él es en realidad la frecuencia con que ella visita a su mamá, seria mejor que se lo pregunte directamente: “Me preocupa que pases todos los días en casa de tu madre” es una frase que invita al diálogo a través del cual podrán conocer mejor que la motiva a esas visitas, a la vez de saber ella lo que el opina o siente sobre eso.

“Este niño sí que es engreído, la mamita le da de comer en la boquita” es un comentario que descalifica a la madre y al hijo y lo que consigue es que se alejen del padre, si lo que el quiere es ayudar a la autonomía del hijo, mucho mejor vendría que diga “que te parece si dejas al niño comer solo, creo que lo ayudaría a crecer”   de ésta forma se dice lo que se piensa y se transmite la verdadera intención, evitando la descalificación.

“¿Qué manera de llegar tarde, de dónde vendrás?” Esta pregunta llevará al esposo a una contestación seguramente defensiva, porque lo que trasmite es desconfianza, pero si le dice “estás llegando tarde de la oficina, te extraño”, lo invita a que le cuente porqué llega tarde y seguramente a que se esfuerce en llegar temprano la próxima vez.

La forma en que comunicamos las palabras y los gestos con los que las acompañamos son de gran importancia al momento de tener un diálogo, trasmitir lo que queremos decir no debe significar tener siempre un conflicto o una pelea aunque el otro piense diferente…puede haber un gran desacuerdo, pero comunicado positivamente y trasmitiendo el argumento y los sentimientos propios al respecto nos lleva a respetarnos y conocernos mejor, las descalificaciones solo nos distancian.

De la forma cómo los adultos de la familia, la pareja, enfrentemos nuestras diferencias directamente, y lleguemos a acuerdos en dónde unas veces se le de la razón a uno, y otras veces al otro, permitirá a los hijos crecer con un modelo de familia en donde se puede llegar a acuerdos y respetar a la otra persona aunque tenga un criterio diferente al propio. Y si la pareja se ha ofendido y luego han salido fortalecidos de la crisis se estará modelando que nosotros también nos equivocamos, pero somos capaces de perdonar y reparar porque amamos.

  

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

Constantemente escucho a padres decir mi hijo es inseguro, mi hijo tiene el autoestima baja, y ciertamente es una realidad para muchos niños, jóvenes y adultos. El autoestima es la mirada positiva o negativa que tenemos de nosotros mismos, que se construye a través de la mirada negativa o positiva que recibimos de nuestros adultos significativos, es decir, nuestros padres o quienes hagan las veces de éstos. Con el tiempo la mirada de otros, maestros, amigos, podrá ir completando la que tenemos de nuestros padres, que siempre será la de mayor fuerza al momento de construirla. Ya de joven y adulto seremos nosotros mismos los que podamos reconocer nuestras fortalezas.

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos tengan un autoestima alta y sean personas seguras de sí mismas? La respuesta implica trabajar en nuestro estilo de educación, pues la forma como nos relacionemos con nuestros hijos, así como la forma como los eduquemos serán la clave para construir su autoestima. Aquí algunos tips:

  1. Errores como oportunidad de aprendizaje: la posibilidad de equivocarse y de resolver el problema con nuevas soluciones como una fuente para reconocer en sí mismo su potencial personal para salir adelante. Como padres tenemos la gran oportunidad de trasmitir a nuestros hijos que los errores tanto de ellos como nuestros no son un fracaso, mas bien una oportunidad para aprender de ellos y resolver las cosas de una manera distinta. De esta manera damos a los errores un enfoque positivo de aprendizaje.
  2. Sentirse parte de la familia: El sentido de pertenencia nos construye como personas, es el hecho de sentir que alguien me espera en casa para quién soy importante. Que mi presencia en esta familia no es invisible, que es significativa, existo para ellos con lo cual me siento amado.
  3. Respeto mutuo: Si le pido a mi hijo que me respete debo respetarlo a él de igual manera. El respeto tiene dos vías. Un hijo que crece en un ambiente en dónde es respetado como ser humano crece en dignidad, se sabe a sí mismo valioso por el hecho de existir, a partir de lo cual la única forma que conocerá de relacionarse será el respeto.  Un hijo que crece en el respeto es respetuoso con quienes lo rodea.  El mensaje que envía el trato respetuoso es mucho más potente que decir a cada momento "respétame" o "tienes que ser respetuoso".
  4. Comunicación asertiva: La comunicación clara y directa, sin juicio de valor, ni insultos, ni ironías, ni mensajes abiertos en los que es difícil responsabilizarse, les da mucha seguridad. Esta consiste en hacerse dueño de lo que se dice comunicando un mensaje claro a una persona determinada. Ej: Pablo, ¿arreglaste tu mochila?
  5. Animar en vez de alabar: Llenar a un hijo de alabanzas no ayuda en su autoestima, solo contribuye en que no tengamos credibilidad con lo que decimos, pues ellos no creerán que todo eso tan grandioso que decimos han hecho es cierto. Lo que les da seguridad es que reconozcamos su esfuerzo y los animemos a continuar con aquello que se han propuesto.
  6. Creer en que el es capaz: Conocer a nuestro hijo y confiar en sus capacidades, así como confiar en él como persona. Como padres somos los llamados a creer que nuestro hijo puede lograr sus metas en sus tiempos y con su estilo, así como confiar en su honestidad. Ellos perciben desde muy pequeños si nosotros creemos en ellos o no, lo cual va quedando marcado en su memoria emocional en la medida en que crecen. Cuando creemos en ellos les trasmitimos adicionalmente el valor del esfuerzo personal, pues sin él las metas no son posibles.
  7. Valorar su individualidad distinta a la mía:  Nuestros hijos son únicos e irrepetibles con lo cual serán distintos a nosotros.  Para que ellos se sientan amados y por lo tanto seguros necesitan sentir que sus padres lo aceptan con sus características propias y personalidad y gustos distintos a ellos.
  8. Reglas claras en casa:  Es necesario que nuestro hijo conozca las reglas que hay en casa para saber cual es el marco permitido.  Las reglas le dan seguridad al hijo pues tiene la certeza de lo que sí está aceptado, de cual es el comportamiento esperado y cual no lo es.
  9. Permitirle decidir y hacerse cargo de su decisión, sin criticarla: Demos a nuestro hijo dos opciones válidas para nosotros para que elijan una de ellas, así aprenderán a decidir. Cuando ellos elijan una respetemos su decisión, sin hacer caras negativas ni tratar de convencerlos de cambiar la decisión. Si hemos dado dos opciones igual de buenas y hemos dado la oportunidad de que ellos decidan es porque vamos a aceptar de igual manera cualquiera de las dos opciones propuestas.
Un hijo reconocido, valorado y amado será un hijo seguro de sí mismo.

 

 

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