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¿Hasta dónde pueden influir las expectativas de los padres en el desarrollo de los hijos?

Es una realidad, desde el momento de la concepción los padres se forman expectativas sobre su futuro hijo y es bastante natural que tengan una idea de cómo les gustaría que éste fuese. Las expectativas de los padres están presentes en todas y cada una de las etapas del desarrollo del niño, son sumamente positivas e importantes porque funcionan como un motor en la consecución de logros en los niños.

Revisaré algunas de las variables más perjudiciales que suelen darse con frecuencia durante el desarrollo del niño frente a las expectativas de los padres.

La etapa de la escolaridad

Puede llegar a provocar mucha ansiedad en los padres, por un lado, es la primera incursión del niño fuera de su hogar.

Frente a esta situación emergen temores reales como por ejemplo: ¿Le tocará una buena profesora? ¿Habremos escogido el colegio adecuado? ¿Se adaptará con facilidad? etc., Y en la otra cara de la moneda, los padres, de alguna manera sienten como que fueran a rendir su primer gran examen frente a la sociedad en relación a cómo han educado a su pequeño, lo que conlleva en muchas ocasiones a acrecentar el nivel de las expectativas depositadas en el hijo.   ¿Mi hijo?...va a ser el mejor alumno, el mejor compañero, el más colaborador, el más inteligente, el mejor deportista, etc., sin embargo en la medida en que el hijo crece se enfrenta a nuevas exigencias como: las que el sistema educativo impone, las de los maestros, las de los compañeritos; exigencias que en muchas ocasiones le son muy difíciles de cumplir.

Se torna imprescindible que los niños en etapa de escolaridad (la primaria), se sientan motivados por aprender, los padres como principales forjadores de valores, creencias y conductas son los llamados a prestar la atención necesaria a sus hijos, a apoyar y orientar al niño en el desarrollo y cumplimiento de sus actividades para forjar una actitud positiva hacia los estudios, una buena adaptación e interacción con los demás, desde muy temprana edad.

No confías en sus capacidades

Otra variable que puede presentarse en cualquier etapa del desarrollo del hijo, es que el padre no confíe en las capacidades y habilidades de su hijo, por lo tanto quiere que su hijo sea de una determinada manera, sin reparar en que es distinto a lo que el espera. Frente a esto tienden a sobreprotegerlo, a transmitirle inseguridad, generándose en él una baja autoestima.

Que los hijos logren lo que yo no pude

A medida que los hijos crecen puede darse otro tipo de variable, los padres quieren que su hijo logre lo que ellos no pudieron obtener en la vida, (proyección prolongada de los padres hacia los hijos), se enceguecen a tal punto que no logran ver la importancia de la meta que el hijo quiere lograr.

Es muy importante que como padres no se etiquete al hijo por sus fallos o limitaciones, al contrario se debe destacar sus capacidades y habilidades

Los padres no deben proyectarse en los hijos, es un error tratar de vivir lo que no se vivió a través de la vida del niño. Frente a este panorama surge un gran conflicto para el hijo, quien tiene que cumplir con esas expectativas no logradas de uno o ambos padres e involucra su vida en un afán por "satisfacer a sus padres’’ sin cuestionar que es lo que el realmente quiere. De esta forma se transmite al hijo que será apoyado siempre y cuando realice lo que el padre quiere que haga, el hijo percibe y siente que el cariño y a poyo paternal está condicionado al cumplimiento de las expectativas del padre. También puede sentir que es insuficiente para sus padres y que haga lo que haga no los satisface; esta percepción del hijo genera en él un gran sentimiento de culpa que lo hace retraerse, abandonar todas las metas debido a que encuentra inalcanzable lograrlas, instalándose en él un patrón de juego relacional que puede dar inicio a futuras relaciones de co-dependencia. La carga de frustración que el hijo porta puede desembocar en fuertes problemas de autoestima, problemas de comportamiento de conducta, depresión, uso de sustancias, etc.. Los padres deben esmerarse en comprender y aceptar que los hijos son personas diferentes a ellos; con gustos, intereses y deseos propios que hay que respetar. Es necesario permitirle al hijo que escoja y decida lo que quiere realizar, que no sienta que con su decisión desilusiona a algún miembro de su familia.

Los hijos necesitan durante todas las etapas de su crecimiento amor, exigencia y una disciplina asertiva, que los ayude a convertirse en seres autónomos y proactivos, quien mejor que los padres para ejercer su función de orientar y guiar a los hijos, creando un clima familiar propicio donde fluya y se mantenga una buena comunicación, un clima que permita a los hijos manifestar sus desacuerdos. Los padres tienen el deber de poner sobre la mesa las ventajas y desventajas que ven frente a ciertas decisiones que los hijos vayan a tomar en diferentes circunstancias que vivan; respetarlas aunque se equivoquen ya que es parte fundamental de su proceso de crecimiento y autonomía. Es muy importante que como padres no se etiquete al hijo por sus fallos o limitaciones, al contrario se debe destacar sus capacidades y habilidades, ya que en la medida en que los padres sean capaces de crear en ellos una conciencia de que tienen capacidades y talentos a desarrollar lo motivaran a participar y desempeñarse cada vez mejor en los diferentes entornos en el que este se desenvuelve.

Estimulación a la lectura

La señal que emite el niño al nacer y síntoma de que está vivo, es su llanto motivado por la primera palmada de su vida, pero que sirve para su desarrollo vital, sus pulmones se abren con la entrada del aire, llanto que es el primer símbolo de expresión, expresión que sí sabemos encausarla será el preámbulo de su comunicación interior con su entorno; después, se convertirá en susurro, gorjeo, balbuceo y seguirá con la palabra.

En este contacto con el mundo, el niño empezará a desarrollar sus sentidos, el oído, la vista, el gusto, el tacto, el olfato; en ese despertar al mundo lo más importante es “la palabra”. Por esto desde que el niño nace, hay que hablarle constantemente, cantarle canciones de cuna, contarle cuentos para que vaya guardando información en su cerebro; el cual durante esta primera etapa de la vida, es como una esponja. Más aún estas actividades que giran alrededor de la palabra, se deben hacer desde que el niño está en el vientre de su madre. Se hizo un experimento con una madre que estaba embarazada, y que le contaba muchos cuentos a su hijito en esta etapa de formación en su vientre: al nacer el bebe se le puso a succionar un chupón que estaba conectado a una máquina de sonido y el efecto que se obtuvo es que se oía al niño repetir el cuento con la voz de la madre. Este experimento nos dice que la estimulación a la lectura hay que hacerla desde que está en el vientre de la madre.

Es importante saber escoger los libros de acuerdo con las edades: para los pequeñitos estos deben de tener páginas gruesas, plásticas con muchos colores y texturas. A partir de los 5 años o cuando está empezando a leer, son importante los pictogramas (ciertas palabras son reemplazadas por figura), es la etapa en que el niño empieza a leer silabeando, por consiguiente, no entiende lo que lee; aquí es necesario que el adulto lo ayude con la lectura. Una buena práctica es que el niño lea unas frases y el adulto otras, después comentar lo leído y hablar sobre el tema y las similitudes que encontramos en la vida.

Esta actividad no podrá ser reemplazada cuando el niño esté en sus primeros años de escolaridad; dejándolo que lea por su cuenta, se le hará más difícil leer y estudiar en sus libros de textos y aprenderá las lecciones de memoria.

El gran escritor brasileño Ziraldo decía: “más importante es leer qué estudiar”. Efectivamente, si a los niños les gusta leer se les va a hacer más fácil estudiar porque entienden lo que leen y no tienen que aprender de memoria las asignaturas.

A los niños hay que leerles cuentos diariamente; si se lo hace en la noche para que se duerma no obtendremos el efecto deseado, porque será el adulto el que se duerme primero, si queremos a esta hora sacar algún provecho de la lectura es para relajar al niño y que haga volar su imaginación; de esta forma tendrá un sueño tranquilo.

Libros recomendados:

Primeros meses: colección Caricias, editorial Sigmar.
Primeros años: colección los cuentos de MIA, ediciones VN
Colección ternura, editorial Sigmar
Colección mis sentimientos, editorial SM

Esperando sus comentarios, estoy lista para atender y dar ideas, de cómo enganchar a los pequeños en la lectura.

 

 

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