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Mentalidad de Crecimiento

En una escuela de Chicago estudiantes realizaban una serie de exámenes para graduarse y quienes no lograban pasar alguno, recibían la calificación de “no todavía”.  Esto llamó la atención de la Psicóloga Carol Dweck, pues daba un mensaje a los alumnos de que la prueba y su resultado,  eran parte de una curva de aprendizaje y que se encontraban en un camino con visión a un mejor futuro.  A partir de este interés, la investigadora y su equipo llevan 30 años analizando las actitudes de los estudiantes frente al fracaso y en el camino descubrieron la importancia de la “mentalidad de crecimiento”. 

Dweck quería ver cómo los estudiantes lidiaban y manejaban el desafío y la dificultad.  Su equipo notó que mientras algunos quedaban devastados otros seguían adelante y tomaban acciones para mejorar.

De una serie de estudios que realiza, Dweck entiende la importancia de la percepción y la creencia que tiene cada uno de los individuos sobre su inteligencia, capacidades y aprendizaje. Para personas con una mentalidad de crecimiento, que piensan que la inteligencia se desarrolla a través del esfuerzo y la persistencia, los errores son vistos como oportunidades para aprender y mejorar.  Para individuos que tienen una mentalidad fija, que perciben a la inteligencia como una característica estable, los errores son vistos como la ausencia de la habilidad. 

Sus estudios midieron incluso la  actividad eléctrica de los cerebros de los estudiantes mientras confrontaban un error. En aquellos cerebros de estudiantes con mentalidad fija no se ve actividad ya que huyen del error y no lidian con él.  En los cerebros de personas con mentalidad de crecimiento el cerebro está en gran actividad.  Se puede ver que se enganchan con el desafío profundamente, procesan el error, aprenden de él y lo corrigen.

Estudios  neurocientíficos actuales nos indican que el cerebro es más maleable de lo que pensábamos.  La conectividad de las neuronas cambia de acuerdo a las experiencias y acciones que tomemos, no solo en jóvenes sino en adultos de cualquier edad.  En el caso de personas con mentalidad de crecimiento, sus cerebros experimentan cambios y sus habilidades se desarrollan.

Las implicaciones de estos estudios son fantásticas pues afirman que si creemos que nuestro cerebro puede crecer y desarrollarse, nos podemos comportar y obtener resultados diferentes. Ademâs, que si la mentalidad de una persona cambia, cambian también su motivación y sus logros. 

Padres, maestros y líderes de organizaciones tenemos un gran trabajo para cambiar mentalidades. Por dónde podemos comenzar? No elogiemos la inteligencia y el talento, que la historia nos ha dicho ya que no tiene buenos resultados: elogiemos el proceso: el esfuerzo, las estrategias, el enfoque, la perseverancia , la mejora. El reconocer el proceso nos hace fuertes y resilientes.

Desde nuestro lado, miremos a los desafíos con motivación y a los errores como grandes oportunidades de aprendizaje.  Confiemos en nuestro potencial el cual solo podremos desarrollar con práctica y esfuerzo constante. Recordemos las sabias palabras de Lili Tomlen: “El camino al éxito siempre está en construcción”

El Gran Mundo de las Emociones

Desde la antigua Grecia las emociones han sido materia de estudio para el mundo.  Los nuevos hallazgos de la psicología y la neurociencia apuntan cada vez más hacia un protagonismo del individuo no solo en la gestión de las emociones, sino en la construcción de ellas.

Muchos afirman que la inteligencia emocional es una de las habilidades más importantes del Siglo 21. La IE se refiere al conjunto de habilidades que nos permiten tomar conciencia de nuestras emociones para gestionarlas adecuadamente y superar desafíos, así como relacionarnos con otros comunicando efectivamente, empatizando y gestionando conflictos.

Este concepto fue presentado por Daniel Goleman en 1995, tomando en cuenta una serie de estudios científicos que fueron presentados en su obra. Goleman sienta las bases para que podamos ser dueños de las respuestas ante nuestros “impulsos”, estrés y situaciones adversas.

Nos dice el científico, que el ser inteligentes emocionalmente implica primero conocer nuestras propias emociones para luego poder manejarlas; de esta manera lograr la automotivación y el autodominio; luego, poder reconocer las emociones de los demás por medio de la empatía; y, finalmente poder manejar las relaciones interpersonales de manera armónica y exitosa.

Lo cierto es que la regulación de emociones como un componente de la IE, es uno de los campos de estudio en la psicología que más rápido crece.  Esta capacidad predice el estado de salud mental, relaciones sociales, logros académicos y desempeño laboral en el individuo.

Algunos investigadores definen a la regulación de emociones como la habilidad de potenciar o reducir las emociones según la necesidad; es la habilidad de entender cómo nos sentimos y cómo responder al entorno.

Los estudios neurocientíficos demuestran que la entrada sensorial pasa primero por los centros emocionales del cerebro (sistema límbico) para luego llegar a la corteza prefrontal, la cual es responsable de los pensamientos racionales.  Esto nos dice que inicialmente la respuesta es una función directa de cómo percibimos desde el subconciente una situación; o sea, cómo nos sentimos.  Sin embargo, el lóbulo prefrontal y las estructuras límbicas tienen redes neurológicas interconectadas, lo que significa que existe una retroalimentación bidireccional entre las emociones y los pensamientos.  Las emociones entonces influyen en nuestro proceso de pensamiento, pero el pensamiento puede regular y cambiar la emoción.

Si bien es indiscutible lo que percibimos  y cómo nos sentimos inicialmente luego de un estímulo, es importante identificarlo y validarlo.  Tomar una pausa hará que tengamos acceso al lóbulo frontal donde podremos razonar, encontrar perspectiva y una mejor capacidad de resolver problemas.

Para controlar y regular las emociones en cualquier entorno entonces, es importante identificar, monitorear, reconocer y adaptar emociones de acuerdo a la situación.

Para esto existen varias estrategias como el mindfulness, restructuración cognitiva, aceptación, entre otras.

A continuación he tomado de la Dra Nicola Lapera, más conocida como @theholisticpsychologist, estos pasos para poder controlarnos:

Paso 1: Practica ser testigo de cómo te sientes. Obsérvate. Identifica cuándo te sientes reactivo, cuándo te apagas y cómo manejas el conflicto.

Paso 2: Practica la pausa. La pausa te saca del estado “piloto automático reactivo”.  Identifica las sensaciones en tu cuerpo.  Siéntelas y aprende a vivir con ellas.

Paso 3: Evita el impulso. Identificarás impulsos automáticos cuando estés bajo estrés. Ejemplos: atracones, escribir textos estando molesto, tomar decisiones impulsivas, entre otras.

Paso 4: Busca la calma. Camina, respira, mueve tu energía, llora si lo necesitas.  Esto regulará tu sistema nervioso.

Paso 5: Elige tu respuesta.  Con práctica aprenderás a escoger cómo responder.  Ganarás confianza porque reaccionarás desde tus valores, no desde el subconsciente.

Finalmente, en el Ted Talk de la Dra. Lisa Feldman Barrett, quien ha dedicado los últimos 25 años desde su laboratorio en Northwestern University a estudiar las emociones, nos asegura que somos los arquitectos de nuestra experiencia y que construimos nuestras emociones como combinación de nuestras sensaciones y las predicciones que hacemos.  Podemos, con mucha práctica y consistencia entrenar nuestra mente hasta poder mejorar nuestros niveles de bienestar y acercarnos a una vida plena.  No es camino fácil mas sí de mucho trabajo interno consciente. Es esperanzador, sin embargo, saber que la ciencia respalda todo un camino de acciones a ser mejores y a encontrar es lugar al que Víctor Frankl se refirió cuando aseguró que “Entre estímulo y la respuesta existe un espacio. En este espacio se encuentra nuestro poder para elegir la respuesta. Y en nuestra respuesta descansa nuestra libertad y nuestra capacidad para crecer como personas”.

COV-19 y sus efectos psicológicos en el comportamiento individual y colectivo.

Coronavirus, nos ha sumergido en un escenario en el que todos somos protagonistas, nos ha llevado y  obligado a hacer un alto para recordarnos que somos parte de un TODO, que se llama Mundo, en el que nos necesitamos unos a otros para seguir y subsistir.  El. COV19 ha logrado algo qué tal vez no se hacia hace mucho tiempo, ¨El  mirarnos unos a otros¨ y a partir de ahi  comprender que somos totalmente vulnerables frente a situaciones que se escapan a nuestro control, tal como es dicha Pandemia, la que se nos dió  totalmente de imprevisto; trayendo efectos y consecuencias en nuestro estado de ánimo y nuestra salud mental en diferentes niveles, ya que no todos tenemos la misma fortaleza psíquica, ni la misma capacidad de resiliencia, ni las mismas condiciones emocionales  para hacer frente a una situación de tal magnitud; en consecuencia el impacto psicológico podría agravarse en quiénes ya portaban algún tipo de trastorno psicológico, sumado a esto el aislamiento obligado que origina confusion, ansiedad, depresión, miedo y posiblemente desesperación en algunos casos, todas reacciones  naturales frente al Estado de Alarma que vivimos, muestra de esto fue la histeria colectiva, de la que fuimos parte o testigos, que llevó al abastecimiento desmesurado Y desabastecimiento de los supermercados. 

A modo de conclusión, teniendo claro que no tenemos el control de lo que esta pasando y que como  seres humanos sociales "por naturaleza" que somos, debemos intentar visualizar lo que significan 15 días o posiblemente más, metidos en casa, aislados, sabiendo que  saldremos salvo en pequeñas excepciones. Esta visualización nos ayudará a poder gerenciar nuestra inteligencia emocional y gestionar adecuadamente nuestras emociones, y así ejecutar una serie de acciones como podrían ser:

 

-Evitar intoxicarnos con noticias que en ocasiones sobredimensionan la situación, generando mayor incertidumbre, ansiedad y muchas veces pánico.

-Mantenernos informados a través de fuentes totalmente confiables, que nos ayuden a determinar que medidas o acciones debemos tomar en un determinado momento.

-No obsesionarnos con las noticias, ni rumiar en nuestra mente pensamientos negativos, que  acaban emergiendo un alto nivel de ansiedad que provocan reacciones emocionales incontrolables.

-Invertir en uno mismo, ya sea meditando o llevando a cabo alguna rutina de ejercicios que aportan  positivamente en nuestra salud mental.

-Aprovechar  el tiempo y empezar aquel hobbie que postergó hace mucho tiempo atrás.

-Leer un libro, ver películas o series que teníamos pendientes.

-Organizar gabetas, closets, alacenas, bodegas, etc.

-Escuchar música -

-Estar atentos de nuestros adultos mayores-

-Solidarizarnos y ayudar a quien lo necesite-

 

La organización y ejecucion de toda una serie de acciones servirán como prevención de  la aparición de trastornos de estress post-traumático, una vez que concluya la situación  actual que vivimos.

 

Ana Ma. Salazar R.

Psicoterapeuta Familiar, Individual y de Pareja 

Para Consultas: 0994503953

 

 

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