Hoy, 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 21 de marzo Día Mundial del Síndrome de Down.

Un tratamiento adecuado del síndrome de Down, así como informar a la sociedad acerca de esta discapacidad puede garantizar una buena calidad de vida a quienes viven en esta condición, coincidieron hoy especialistas.

Vivir con esta condición “es posible y se tiene una buena esperanza de vida siempre y cuando se lleve un buen tratamiento”, aseguró a Efe la pediatra Marcela Tavera, con motivo del Día Mundial del Síndrome de Down.

La especialista, que es miembro de la Sociedad Mexicana de Endocrinología Pediátrica, explicó que una de las claves para garantizar que las personas con esta condición puedan vivir hasta 50 o 60 años es que sean atendidas oportunamente desde su nacimiento.

“Siempre se debe tener un seguimiento cercano. Revisiones anuales para detectar enfermedades relacionadas con el síndrome, identificar que no tengan cardiopatías, eso es lo más importante”, explicó.

El síndrome de Down es un trastorno genético que ocurre cuando hay una copia de más del cromosoma 21. Este cromosoma extra causa anomalías en la forma en que se desarrollan el cuerpo y el cerebro; se trata de una de las formas más comunes de anomalías congénitas.

Sin embargo, una de las ventajas que hay en la actualidad es que existen diversas formas de detección de esta discapacidad, que se puede encontrar desde las primeras semanas de gestación.

Radamés Rivas, médico ginecobstetra y biólogo de la reproducción detalló a Efe que, por ejemplo, uno de los estudios es la biopsia de vellosidades coriales, “donde se extrae una pequeña muestra de corion de la madre desde la semana cinco para detectar alguna anomalía”, explicó.

De acuerdo con datos de la Fundación John Langdon Down, uno de cada 700 recién nacidos en el mundo presenta síndrome de Down y, de acuerdo con Tavera, la esperanza de vida de estos individuos puede ser de entre 50 y 60 años.

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Rivas explicó que algunas características físicas de este síndrome son la disminución del tono muscular, el rostro plano, los ojos inclinados hacia arriba, las orejas mal formadas.

“Además, la capacidad de extender las articulaciones más de lo habitual, el gran espacio entre el dedo gordo del pie y los demás dedos, la lengua de gran tamaño respecto a la boca y la línea única en la palma de la mano”, dijo.

Tavera señaló también que las personas con síndrome de Down tienen más probabilidades de padecer enfermedades tiroideas y 20 veces más riesgo de sufrir leucemia o infecciones de oído.

Aunque aún es desconocida la causa de esta discapacidad, Rivas, quien también es miembro de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, explicó que uno de los principales factores de riesgo es la edad de la madre.

“Sabemos que el único factor de riesgo son los extremos en la edad materna, quienes tienen hijos antes de los 18 años o después de los 39”, señaló.

Yessenia Escudero González, fundadora de la fundación Mosaico Down, explicó a Efe que aún hace falta sensibilizar a la población para incluir a quienes viven con este síndrome.

“Por ejemplo, en la Ciudad de México, solo el 3 % de niños con síndrome de Down asisten a una institución educativa, derivado de la falta de información de los padres, quienes a veces deciden  piensan que por su discapacidad no tendrán avance en el aprendizaje”, señaló.

La Licenciada en  Orientación y Consultoría Familiar y miembro del Comité Ejecutivo de Fasinarm, Laura María Noboa de González afirma que: “cada niño tiene distintas capacidades y debemos propender educarlos y proporcionarles las terapias adecuadas para que descubran lo que son capaces de hacer, y ayudarlos a realizar sus sueños”.

“Hace falta educación en la sociedad para entender el síndrome de Down, para que no se vea como algo diferente, que la gente no entre en pánico cuando se sospecha de él”, dijo Yessenia Escudero González, fundadora de la fundación Mosaico Down.

“Por ejemplo, en la Ciudad de México, solo el 3 % de niños con síndrome de Down asisten a una institución educativa, derivado de la falta de información de los padres, quienes a veces  piensan que por su discapacidad no tendrán avance en el aprendizaje”, señaló.

No obstante, Tavera explicó que mientras no existan problemas serios en el corazón de estas personas (cardiopatías), con un buen control los niños pueden, incluso, asistir a escuelas convencionales.

Lo importante, advirtieron los especialistas, es el diagnóstico oportuno y el seguimiento médico a lo largo de la vida de los pacientes “pero sobre todo, entender que es una discapacidad que puede sobrellevarse si se trata con cuidado, cariño y con los especialistas adecuados”, concluyó Rivas. EFE

 

Fuente: LaRepublica.ec

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En búsqueda de la normalidad

Mi caminar consiente en una familia con una niña con discapacidad intelectual, comenzó cuando tenía 6 años y me quejé fuertemente porque yo tenía muchos deberes que hacer y mi hermana (11 meses mayor) no tenía casi nada… mamá me dijo que mi hermana tenía “retardo mental” y yo tenía todas mis capacidades normales para aprender y era mi deber aprovecharlas.

Los expertos diagnosticaron “retardo mental” e hiperactividad, a lo cual mis padres llegaron a Lima explorando la escolaridad adecuada para ella, al cabo de un año muy duro y difícil, decidieron darle a mi hermana “lo mejor”: su familia, y encontraron colegio en su misma ciudad: FASINARM.

Y no se equivocaron, la “normalidad” la encontró mi hermana en su casa, donde fue tratada como igual, cada uno tenía responsabilidades de acuerdo a su capacidad y su edad. Mamá nunca fue contemplativa con ella, ni con ninguno de sus hijos y esto le ha permitido desenvolverse fácilmente en todos los ámbitos.

En este camino, mamá, María Isabel Baquerizo de Noboa conoce a quien llegó a ser su gran amiga Yolanda Pinto de Blum, en un momento en el cual, el colegio de sus hijas tuvo problemas para sostenerse económicamente, llamaron a sus amigas para formar el grupo “Amigas de Fasinarm”, y ellas, generosas, acudieron a la convocatoria.

Luego, en búsqueda de conocimientos para ayudar a sus hijas, se fueron a congresos internacionales y con el impulso de la Dra. Marcia Gilbert de Babra, hicieron una ponencia en París, en pro de trabajar juntos, padres de familia y técnicos, para lograr una sinergia en la educación de los chicos. A través de FEPAPDEM, trabajaron asesorando a madres y padres, dictaron talleres, hicieron grupos de apoyo y mi madre lo presidió por varios años. Su lucha llegó al Congreso Nacional y con el apoyo de muchos, se hicieron leyes, hoy en día existe la ley de discapacidades, que los acoge laboralmente y el camino a la inclusión escolar generalizada también está en construcción.

 

Todo en pro de mejorar la calidad de vida y buen trato intrafamiliar, de buscar la aceptación de la sociedad, la normalización y la inclusión de los chicos con discapacidad intelectual.

 

A la par de esto, también atravesamos los miedos: “Se podrá casar y tener hijos” “Qué va a pasar cuando yo no esté” “Cómo se va a mantener” “Quién cuidará de ella” No habían respuestas, pero mamá, luchadora incansable, decidió buscarlas, estos miedos fueron su motor, no había mucha literatura, las respuestas se estaban creando al caminar. Todos quienes estamos aquí hoy, las hemos construido en base a estudios, observación, experiencia y amor, sin este último ingrediente no se trabaja en educación, ni en la familia.

 

Los Pares

Mi hermana, y yo, de niñas hacíamos todo juntas… Pero crecí, y ella se quedó en un momento de la vida, entre la niñez y la adolescencia. Allí donde todavía conservas la inocencia de la infancia mezclada con la rebeldía y refunfuñe de la adolescencia. Nuestra “normalidad” se bifurcó.

Pasaron los años, mis hermanos y yo estudiamos carrera, hicimos nuestras familias, que también son muy de ella. Pero desde aquel entonces, nos vemos una vez a la semana, los domingos en casa de papá y mamá.

Ella se graduó de un colegio que amó, y comenzó a trabajar en el Centro de Entrenamiento Vocacional de FASINARM y luego de unos años trabajó en un bello jardín de infantes donde también fue feliz, pero vivió la experiencia de los lunes, cuando sus compañeras de trabajo hablaban de su vida de fin de semana y ella se sentía que no pertenecía, pero es una chica resiliente y se adaptó.

Luego vino una experiencia reveladora en la vida de mi hermana… Mis padres se mudaron a Quito, y mi hermana conoció sus pares y fue muy feliz; gracias a la Dra. Patricia Mena descubrió un mundo nuevo, sólo de ella, donde los demás éramos por primera vez, meros espectadores. Se enamoró, tuvo amigas, paseó por medio mundo, y nos trajo regalos. FEPAPDEM, sobre todo en Quito, fomentaba la importancia de los pares en los chicos con discapacidades cognitivas. Ella estaba completa.

La palabra “normal” puede causar reacción, o sonar descalificadora, pero lo cierto es que uno es normal en la medida en que los demás sean tan normales como soy yo. En la búsqueda de la normalidad, hemos incluido a los chicos con discapacidad intelectual, a todas nuestras actividades: la escuela, el trabajo, el área social, y eso está muy bien, los esfuerzos que hemos hecho son extraordinarios, cambios significativos se han logrado en tan solo 50 años; ahora, considero que es el momento de reconocer y aceptar que no somos pares, somos hermanas queridísimas, hago planes de pasar nuestra vejez juntas, pero no… no somos pares. Nuestra diferencia en el crecimiento y madurez cognitiva nos apartó, y eso nos hace diferentes, y aceptarlo es el principio de su felicidad, porque lo contrario conlleva soledad y frustración.

Todos los seres humanos deseamos pertenecer, si son personas que pertenecen a una familia que los ama inmensamente, solo falta un eslabón para que sean personas plenas y felices, el pertenecer a un grupo de pares.

Propongo se promuevan más centros recreativos u organizaciones que agrupen a adolescentes y adultos, por edades, y con guías técnicas especializadas en su cuidado y acompañamiento en todo momento. Que fomenten el ejercicio físico y actividades recreacionales. Donde puedan intercambiar con sus pares y traer bastante material para contar a sus hermanos los domingos… Donde sean libres de ser normales.

 

 

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