María Fernanda Noboa

María Fernanda Noboa

Psicoterapeuta de Familia y de Pareja

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Quejas comunes de las suegras

Frases que escuchamos de la suegra: “A mi niño no le dan sopita, y él siempre toma su sopa, pobrecito”

Es muy probable que tu hijo se acostumbre a no tomar sopa, y aprenda a ser feliz sin la sopa, pues eso no es un tema significante para que un matrimonio funcione o no. Seguramente está tan bien en general que ni ha percibido que le falta la sopa. El problema es que a las mamás nos cuesta entender que nuestros hijos pueden ser felices sin nosotras. La realidad es que serán felices con sus parejas, y también con sus padres, pero cada uno ocupando su lugar.

“Mi bebé se pasa sola… este chico la tiene abandonada…”

Cada pareja va definiendo el tiempo que comparten, el tiempo para amigos, para trabajo, para deportes. Justamente la negociación de éste es muy importante en la pareja que empieza, y lo que tu hija necesita es una madre fuerte que la aliente, no que le dé la razón y la haga sentirse víctima. Si esto es un problema para ella, apóyala para que dialogue de forma positiva con su esposo; pues podría serlo solo para ti y ella estar feliz porque tiene tiempo para otras cosas de las que disfruta sola, pues es diferente a tí.

Apóyalos a crecer, dialogar, negociar y caminar a la autonomía de la nueva pareja.

Mi hijo se va a casar: ¿Estará listo para salir de casa?

Cuando tu hijo te dice: “mami, papi, me voy a casar” los sentimientos son ambivalentes… por una parte, si te gusta el chico o chica que ha elegido, estarás feliz, pero por otro lado, significa el inicio de una nueva etapa tanto en su vida como en la tuya, así como empezar a asumir su partida de casa y el espacio que deja.

Asimilar la salida de casa de un hijo, sea porque eligió casarse, como si ha decidido vivir solo, nos enfrenta a los padres a una serie de cuestionamientos en virtud de nuestro rol como educadores, a aceptar las decisiones que ellos tomen como personas maduras que nosotros hemos criado, a pesar de no estar siempre de acuerdo con ellos.

No sabemos si les va a ir bien… O no tan bien…

Tendremos dudas y hasta temor. Pero en la vida hay muchas incertidumbres y debemos apelar a la confianza en ellos y en nosotros como padres que los hemos educado para que sean hombres y mujeres íntegros capaces de valerse por sí mismos, dándoles la certeza seguiremos ahí para cuando ellos lo necesiten. No es lo mismo el que se va, que el que se queda… el que parte lo hace lleno de ilusiones por el camino nuevo a descubrir, el que queda tendrá el vacío que deja el que se fue,  pero sobre todo, tendrá la alegría que nos regala la labor cumplida pues educamos hijos para que tengan la capacidad de volar por sí mismos fuera de casa, tomar sus propias decisiones y hacer su propia vida. 

El grupo de amigos en la preadolescencia

Los amigos en la etapa de la preadolescencia adquieren para los chicos una vital importancia, y esta relación con el grupo es necesaria y significativa en el desarrollo de toda persona en su camino a la adultez.

El preadolescente adquiere seguridad personal al pertenecer a un grupo, pues encuentra a otros como él, con quienes se siente cómodo pero sobre todo aceptado. No pertenecer a un grupo significaría aislamiento, lo que implicaría un alto nivel de sufrimiento.

Dentro del grupo, prueba su capacidad de influir o ser influenciado, conoce el rol que puede desempeñar entre amigos, desarrolla su personalidad, percibe si es de los callados, o de los que da su opinión con facilidad, es consciente de las respuestas que reciben sus propuestas, positivas o negativas, se va descubriendo continuamente a sí mismo a través de la retroalimentación que el grupo le da.

En su proceso de ir creciendo en autonomía, en relación a sus padres, el grupo de amigos es el nuevo referente que adquiere especial importancia y con quienes compartirá su tiempo y estará en constante comunicación. Ya que el grupo adquiere vital importancia en la vida del preadolescente, tu hijo, es muy importante que como padres conozcamos quienes son sus amigos y cómo son sus amigos, pues el grupo que él elige nos devuelve una mirada de cómo es nuestro hijo.

¿Padres sobreprotectores de hijos casados? ¿Hijos dependientes y cómodos?

Nuestros hijos son adultos, se han casado, independizado, pero pueden existir las mismas dificultades de cuando estaban en casa. De parte de los padres podríamos seguir siendo sobreprotectores, esto es: evitar que sufran, que se cansen, que la pasen mal, y por lo tanto que sobrelleven las consecuencias.

De esta forma los padres evitan la independencia de los hijos ya fuera de casa, los que muchas veces adoptan actitudes cómodas, con las que no crecen, ni asumen las responsabilidades de su nuevo rol; porque sus padres en vez de ser un apoyo con una distancia prudente, están metidos en la vida de sus hijos sintiéndose indispensables para el éxito de ellos en su nueva etapa.

Haciendo todo por y para ellos, les hacen las compras de supermercado, contratan a la ayuda doméstica, o ellos mismos llevan a alguien para que les haga la limpieza, les hacen lavandería, les llevan comida y se la congelan; de tal forma que los recién casados viven una isla de la fantasía alejados de la realidad del día a día en que deben repartir tareas, asumir los gastos, tener desacuerdos por lo cotidiano, y resolverlo.

Es indispensable que los padres al igual que permitieron a sus hijos caminar y caerse, les permitan ahora independizarse y vivir su autonomía, sacándoles de la comodidad y dependencia en la que los tienen sumidos favoreciendo que asuman sus responsabilidades de adultos maduros.

Nuestro afán porque no se vayan, por sentirnos útiles e importantes en su vida, a veces nos lleva a un comportamiento en que les facilitamos todo, como si fueran incapaces de hacerlo por sí mismos. Ya salieron de casa, dejémoslos crecer… una cosa es darles la mano, otra, hacer las cosas por ellos.

Propiciemos su independencia confiando en ellos y dejándolos ser.

Mi hijo casado todavía no quiere tener hijos

No todas las parejas tienen hijos al mismo tiempo. Hay parejas que consideran en su proyecto de vida, tener hijos apenas se casen, y otras, esperar un poco más. Una de las decisiones para las que encuentran más presión las parejas nuevas es la de su futura paternidad, pues cada vez que visitan a sus padres la conversación gira alrededor de cuándo vendrán los nietos, y lo que haremos con ellos.

Este tipo de presión sólo aleja a tus hijos de casa, y ni decir a tu nuera o yerno.

De cara al futuro personal es muy importante que tanto papá y mamá tengamos una vida propia, de pareja y familiar, de tal forma que no estemos esperando que lleguen los nietos para llenarla, pues estos serán los hijos de nuestros hijos y por lo tanto su responsabilidad. 

Características de la Adolescencia

Autoafirmarse: Lo ayuda a estar consciente de su individualidad, sentirse diferente a sus padres, mostrar convicciones propias, argumentos firmes, independencia en relación a ellos. Se pregunta: ¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿Qué quiero? Es indispensable en el desarrollo de su personalidad.

Rebeldía: Confronta a sus padres poniéndolos a prueba constantemente, cuestionando sus modelos, valores, comportamientos y actitudes, siendo muy crítico hacia ellos. Lea también: La confrontación con tu hijo adolescente

Desarrolla la capacidad de razonamiento: El hecho de razonar y pensar por sí mismo le da la seguridad personal que utiliza a la hora de sostener criterios propios para diferenciarse de sus padres. Tiene explicación para todo y se siente dueño de la verdad, a la vez que es sensible a la crítica de los adultos.

Fluctúa entre un comportamiento infantil y uno adulto: Rompe con la etapa anterior de la infancia. Aumenta su madurez gradualmente, aunque en ocasiones se comporte como un niño, pues crecer implica nuevos retos y causa temor, permanecer niño significa sentirse protegido por sus padres.

Lucha por ser más autónomo: Aunque a veces nos parezca que depende como un niño, él está tratando de demostrar a sus padres que puede ser independiente de ellos, y en las ocasiones en que se incapacita frente a una posibilidad de crecimiento es porque el miedo al fracaso lo paraliza, y prefiere actuar como niño pequeño antes de demostrar que no lo logró o se equivoco.

Cambios en los estados de ánimo: Va de la alegría a la tristeza al mal humor en cuestión de minutos de tal forma que ni él mismo se entiende, ni se resiste.

La apariencia física cobra una gran importancia: Su imagen física, que tanto a cambiado, y con la que no siempre está a gusto, se convierte en un punto primordial en su vida al que dedica buena parte de su interés y tiempo. Es por ésto que a los padres nos puede sorprender cuánto tiempo pasa frente al espejo, lo que no debe ser un motivo de preocupación, sino de reconocer que es parte natural de la edad, ellos miran los cambios para reconocerse y aceptar su nueva imagen.

El grupo de amigos: Son el centro de su vida. Este cambio que inicia en la pubertad toma fuerza en la adolescencia en que los amigos ocupan un lugar relevante convirtiéndose en la compañía de la que disfrutan.

¿Presión de grupo en la preadolescencia?

La influencia que ejerce el grupo de amigos en el preadolescente es trascendental.

Consideramos presión de grupo cuando un preadolescente tiene un comportamiento determinado, positivo o negativo, con el que no está necesariamente de acuerdo, con el ánimo de pertenecer al grupo y ser aceptado por sus miembros.

Para que pueda manejar adecuadamente esta presión es indispensable que tenga una autoestima positiva, y buena comunicación con sus padres; así, podrá tener la fuerza personal suficiente para no aceptar conductas negativas impuestas por el grupo, a pesar de correrse el riesgo de ser rechazado por éste. Esta autoestima es la que lo ayudará a reflexionar si se siente cómodo o no en ese grupo, y si lo conveniente, para él, sería buscar nuevos amigos, tomando decisiones pensadas en su bienestar.

¿Qué es la adolescencia?

La adolescencia es la etapa que se inicia en el momento en que las mujeres tienen su primera menstruación y los varones la emisión del primer espermatozoide, luego de la pubertad, y se la considera la segunda fase o adolescencia intermedia. Ya han experimentado los cambios físicos aunque todavía siguen creciendo los huesos, formándose la corteza prefrontal y adquiriendo armonía en las proporciones de su cuerpo, acentuándose ahora cambios en su forma de comportarse y de relacionarse; se caracteriza por ser un proceso psicológico, en el que se miran hacia el interior de sí mismos en un anhelo por descubrirse, orientados al autoconocimiento, a diferenciarse de sus padres y a lograr avances en el proceso de autonomía personal.

¡Lo mejor que podemos hacer los padres es conocer de qué se trata todo aquello que experimentan!

Frente a la llegada de la adolescencia lo mejor que podemos hacer los padres es conocer de qué se trata todo aquello que experimentan, pues entendiéndolos, estaremos claros y tendremos herramientas para actuar y no comportarnos desconcertados al igual que ellos. 

¿Cómo influyen los padres en la autoestima de los adolescentes?

En un principio somos los padres el espejo en el cual los hijos miden su valía como personas, e influenciamos en el autoestima de los adolescentes, aunque el mundo les refleje también como los ve con las opiniones de  sus amigos, hermanos, maestros; ellos se mantendrán fieles a lo que ven en el espejo de sus padres, mientras sean niños y adolescentes, pues somos su referente más importante, afectivamente las personas más cercanas.

Para que este espejo sea positivo debemos: valorarlos y aceptarlos por lo que ellos son, teniendo además  una comunicación adecuada. 

¡Independencia del adolescente! ¿Cuánta?

El adolescente es ambivalente, en unas ocasiones se comporta como niño, en otras pide libertades de adulto, aunque esto nos confunda por momentos, debemos contribuir a que actúe de forma madura permitiendo que se responsabilice por sus obligaciones y por las consecuencias que sus actos positivos o negativos generen. En la medida que madure irá responsabilizándose cada vez más de sus acciones, haciéndose dueño de sí mismo. Este aprendizaje personal a través del cual se siente capaz le permitirá ser cada vez más independiente. Podrá sorprendernos y sorprenderse al ver lo que logra por sí mismo… resolver solo ciertas dificultades, sin esperar que nosotros lo hagamos por él.

¡A un niño trátalo como niño, dale responsabilidades de niño! ¡A un adolescente trátalo como tal, y dale mayores responsabilidades… el que quiere ser grande que actúe como grande!

Esta seguridad en sí mismo, es el resultado de un aprendizaje positivo. Si nosotros lo tratamos como niño pequeño, solucionando todas sus dificultades, no le estamos permitiendo crecer. Es importante que la exigencia sea en medida de su madurez, pedirle algo que exceda su capacidad es un camino al fracaso de la tarea, al igual que le envía a él un mensaje negativo de sí mismo, sintiéndose incapaz e inseguro. Crecer es necesitar menos de sus padres, para valerse más por sí mismo. En la medida en que los veamos listos, debemos permitir la independencia, incluso fomentarla (pues podrían quedarse en la comodidad de no intentarlo para no asumir riesgos) confiando en ellos, pero así como damos independencia, debemos exigir a cambio responsabilidad en su comportamiento.

 

 

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