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Sufro depresión por el fallecimiento de mi madre

Es muy duro enfrentar el fallecimiento de una mamá.  Seguramente ustedes eran muy unidas y es por eso que la extrañas tanto. Me gustaría que me digas la edad de tus hijos, y quienes viven en casa contigo.  Me preocupa mucho que el extrañar a tu mamá haga que tu dejes de ser la mamá para tus hijos. Tu sientes que no le importas a nadie, pero seguro que si les importas, y seguro que también valoran todo lo que tu haces por ellos.  Me gustaría que me cuentes porque tus hermanas ya no te hablan, Será que ellas están cansadas de verte triste, de ver que no superas la muerte de tu mamá y ellas también están tratando de salir adelante? Me gustaría también que me cuentes si estás tomando alguna medicación y si te has visto con algún psiquiatra que te diagnosticó? Voy a esperar esas respuestas para seguir conversando contigo.  

Que hayas escrito por este medio es ya una señal que quieres estar mejor, es un buen comienzo. Cuídate mucho.

La función principal del apego y su importancia

Lo normal y natural es que nuestros bebés demanden estar en contacto constante con nosotras sus madres; ya que la función principal del apego es la supervivencia. Las madres somos, por lo general, las primeras figuras de apego, nuestros hijos han estado nueve meses desarrollándose dentro nuestro y luego nos siguen necesitando para alimentarse, movilizarse y relacionarse con el mundo. Sucesivamente pueden ser elegidos como figuras de apego secundario cualquier miembro del grupo social (padres, abuelos, hermanos mayores).

John Bowlby, psicoanalista inglés fue el creador de la teoría del apego. Él afirma que en el ser humano existe una tendencia innata y universal a buscar la cercanía protectora de una figura conocida que lo cuide, ya que el apego es cualquier forma de conducta que hace que un individuo busque y mantenga la cercanía de otro que le ofrece seguridad, cariño y ayuda.

Las situaciones y experiencias vividas por él bebé con su figura de apego, durante sus primeros años de vida, son determinantes para revelar el curso que tomará el comportamiento de apego del mismo. Entre los signos o conductas que demuestran apego del bebé hacia la madre se encuentran: la angustia al separarse de su mamá, la felicidad o emoción al volver a verla, el llanto, el balbuceo, la sonrisa al verla, entre otros. Es totalmente normal y natural que un bebé no quiera separarse de su madre y llore, esto no lo hace un engreído, manipulador o malcriado.

Cuando la función del apego no se ha desarrollado como se debe, como consecuencia se generan inseguridades, dependencias y poca autonomía en los individuos. Lamentablemente, la mayoría de personas no estamos conscientes de su importancia. Es común escuchar –incluso de profesionales de la salud y desarrollo infantil- consejos y técnicas que pretenden desnaturalizar esta hermosa unión y adelantar este proceso de autonomía e independencia. Escucharemos comentarios como, por ejemplo: “se va a malacostumbrar a los brazos”, “la leche materna no lo alimenta”, “déjalo llorar”, “ya debería dormir solo”, “ya debería dormir toda la noche” y así un centenar de cosas más.

Es sumamente importante que el niño haya desarrollado un apego seguro, ya que, al tener seguridad y protección, tendrá confianza para explorar y aventurarse a situaciones nuevas que fomenten su aprendizaje y socialización. Por ende, desarrollando una autonomía e independencia saludable.

¿Cómo podemos desarrollar un apego seguro con nuestros hijos?

  1. Respondiendo y comprendiendo sus emociones y necesidades
  2. Siendo predecibles y coherentes: responder ante sus necesidades de una manera regular y sin ambivalencias, ya que lo contrario les genera confusión.
  3. Mostrándonos disponibles: estar presentes, en los bebes pequeños no solo influye la calidad sino también la cantidad de tiempo que les dedicamos.
  4. Proporcionándoles mucho contacto físico, caricias, abrazos, besos, llevarlos en brazos.
  5. Fomentado una autonomía saludable y acorde a su edad, dejarlo que explore lo que le interesa, no ponerle límites innecesarios.

Efectivamente esta unión de los primeros años puede ser muy intensa y cansada, las malas noches, la lactancia a demanda y sin horarios, los cuidados constantes, etc. Pero, así mismo esta etapa es muy corta. La naturaleza nuevamente se encarga sola de que nuestros hijos se vayan independizando si es que hemos respetado su proceso. Alrededor de los 9 meses y el año empezaran a desplazarse por sí solos, luego empezaran a corretear por todos lados, etc.

Disfrutemos el tiempo que estarán en nuestros pechos y brazos pues es efímero. Los beneficios de brindarles ese cariño y protección constantes tendrán sus frutos. El esfuerzo y cansancio valdrán la pena y nos traerán solo consecuencias positivas.

Cuéntanos ¿cómo ha sido esta etapa con tus hijos? ¿Qué otras cosas consideras que podemos hacer como padres, para desarrollar un apego seguro con nuestros hijos?

La ciencia detrás del instinto de anidación

Sabes que tienes toda la ropa que necesitas, pero por alguna razón pillas un poco mas de ropita, solo por si acaso. Vuelves a revisar tu lista de “artículos para bebés” una vez mas, porque claro, 15 veces no son suficientes. Nunca te habías dado cuenta de lo desordenado que esta tu refrigerados y ya era hora de que alguien organizara las especias de la repisa. Ya que estamos, compruebas las fechas de caducidad de todo lo que hay en la cocina, organizas los closets de la casa, y por favor ¡Quién se puede concentrar con esa mancha en la ventana!

El instinto de anidación surge de la necesidad de preparar un hogar para un recién nacido. Los comportamientos complejos de anidación se pueden observar en varios animales. Para las cigüeñas blancas, construir o reparar un gran nido asegura la seguridad de sus polluelos. Las cigüeñas bebé aprenden a volar en la parte superior del nido, cuanto más grande sea el nido, menor será la probabilidad de caída y muerte. Los cochinillos nacen con un sistema termo-regulador no desarrollado, por lo que los cerdos mamá embarazados excavan fosas en el suelo para que los lechones se mantengan calientes. Los osos polares doblan su peso antes de encerrarse en una guarida auto-excavada donde tendrán sus cachorros. En los mamíferos, las principales conductas de anidación de comer, recolectar alimentos y asegurar un nicho cómodo, está regulado por las hormonas de progesterona, estradiol y prolactina.

La supervivencia de un recién nacido es altamente dependiente del hogar al que será bienvenido, por lo que es natural que hayamos desarrollado un mecanismo biológico para asegurar que esto suceda. Estas hormonas también son clave para desarrollar el vínculo madre-bebé. La influencia de estas hormonas es tal que cuando el nido de las ratas y los conejos son alterados o si no se les permite construir sus nidos, sufren una deficiencia de prolactina. La falta de prolactina hace que estos animales sean incapaces de crear vínculos con su descendencia.

En los seres humanos, hay tanto un componente hormonal como un factor social implicado en la anidación. Este instinto funciona como una garantía fisiológica de que las cosas estarán listas para la multiplicación de la especie.

Desde una perspectiva social, hay expectativas que determinan lo que un hogar o una mamá debe ser. Esto nos motiva a intentar todo lo posible para tener todo listo y perfecto para la llegada de nuestro bebé. La prolactina no sólo prepara la fisiología de la mujer para permitir la lactancia, sino que también actúa como un neuromodulador. La liberación de Prolactin después del nacimiento puede disminuir la libido y aumentar el comportamiento materno. Esta combinación es responsable de reaccionar ásperamente ante proposiciones sexuales y por lo contrario no cansarte de besar los piecitos del bebé.

 

¿Tener otro hijo?

¿Tenemos otro bebé?

Cuando una pareja ya tiene hijos y planea no tener más, quizá lleguen a un punto en su vida que quieren revisar esta decisión. Son varios los factores que se deben valorar, a profundidad. Uno es ninguno, se dice coloquialmente. Dos ya son una pareja de hermanos para acompañarse y compartir. “¿Para qué más?” argumentan algunas parejas. Sin embargo, es usual que, al siguiente día, se replanteen si deberían “lanzarse”, “aventurarse” a tener otro hijo. Ocurre que las necesidades de la pareja de padres van cambiando a medida que cada uno de ellos experimenta su crecimiento como ser humano.

Cuando una pareja ya tiene hijos y planea no tener más, quizá lleguen a un punto en su vida que quieren revisar esta decisión

Una decisión compleja

“Hay que ser responsables”, sostienen muchos matrimonios cuando reflexionan sobre el número de hijos a tener. Por paternidad responsable se suele entender a la capacidad de los padres para financiar alimentación y colegiatura de cada hijo, movilizarlos a sus actividades extracurriculares o lograr un tiempo de vacaciones familiares. Pero este concepto no solo se limita a esas cuestiones. La paternidad responsable también está ligada a analizar qué tan capaces y preparados estamos para dar a cada hijo, en justa medida, un ambiente lleno de tranquilidad para que se sientan seguros y protegidos. Asimismo, este concepto se refiere a la paciencia, la dedicación y el amor que le demos a ellos, individual y colectivamente, lo cual necesitan para desarrollarse funcionalmente.

Cuando ya hemos sido padres por primera vez y hemos adquirido cierta experiencia en este rol, suelen abordarnos otro tipo de dudas, como por ejemplo: ¿Cuánto tiempo esperar para volver a embarazarnos? ¿Estamos listos para tener otro hijo? La decisión de aumentar la familia con la llegada de un nuevo miembro se vuelve en ocasiones más compleja de lo que se imagina.

Por eso, siempre debemos tener presente que antes de ser padres, fuimos pareja; y como tal, quizá venga bien esperar algún tiempo entre un hijo y otro, con la finalidad de pasar un tiempo solos, el cual aportará a fortalecernos como esposos. Recordemos que si peligra la pareja, se desestabiliza la familia. Es importante cuidar la relación e ir descubriendo y viviendo cada una de las etapas que el matrimonio ofrece; de esta manera, se afianzará una relación estable, cimentada sobre bases sólidas. Esto permitirá a la pareja vivir un estado de satisfacción y plenitud, lo cual será un factor determinante para considerar la opción de tener otro hijo.

Vocación, no obligación 

La gran mayoría de parejas da por hecho o comparte la creencia de que al formar una familia, se deben tener hijos. Sin embargo, esto no es una verdad absoluta. Hay matrimonios con diferentes sueños, ideas y aspiraciones, que deciden priorizar su realización personal. Otros, no sienten la vocación de ser padres. Generalmente, en ambos casos, los hijos no tienen cabida en su proyecto de vida, por lo que lo más probable es que tengan claro que la paternidad no es una opción para ellos. También hay parejas, más complejas, que necesitan analizar profundamente la decisión de tener más hijos, sopesando factores tales como: conflictos irreconciliables como esposos que no se solucionarán con la llegada de un bebé, la existencia de una enfermedad terminal o transmisible a su descendencia, insuficientes recursos económicos para cubrir las necesidades básicas de los hijos, o parejas en las que uno de ellos quiere más bebés, pero el otro, no.

Cabe destacar que tomar la decisión de traer un niño al mundo es tarea y compromiso de ambos padres, si la pareja no logra llegar a un acuerdo al respecto, no es recomendable hacer trampas o engañar al otro; al contrario es momento para poder conversar y poner sobre la mesa todos los argumentos de cada uno, negociar y poder llegar a un acuerdo del desacuerdo, que sea un ganar/ganar para la pareja.

Si se logra tomar decisiones maduras e inteligentes, se evitará a largo plazo descargar en el hijo las frustraciones personales (que puedan llegarse a sentir), teniendo una plena conciencia de que los hijos fortalecen a la pareja, mas no son parte de la misma.

¿Trabajo versus maternidad?

¿Debo limitarme a tener pocos hijos?", es una duda que con frecuencia surge en aquellas madres que trabajan. La maternidad y el trabajo son compatibles. Lo importante es tener las prioridades de ambos roles bien claras de acuerdo a cada etapa que se vive. Si se establece una red de apoyo y ayuda a través de abuelos, amigos y un maternal, entre otros, la madre podrá organizarse y complementar trabajo-maternidad de manera funcional. No tiene porqué desencadenarse ningún efecto negativo en niños con madres que trabajan; estos surgen cuando la mujer están insatisfecha debido a la culpa que siente por dejar a sus hijos para ir a trabajar, instalándose en ella tal nivel de ansiedad, que repercutirá en su rol de mamá y de esposa. Por lo tanto, no existe una receta ni respuesta mágica para la duda planteada; siempre se concluirá en que dicha decisión debe ser exclusiva de la pareja.

Aspectos que debemos valorar para la toma de decisión

Hoy en día, los esposos tienen acceso a información de primera mano, que les ayudará a consolidar el proyecto de vida familiar que desean construir. En el proceso sería conveniente analizar algunos factores como: • Estilo de vida: Si son parejas que se movilizan constantemente de un sitio a otro por trabajo, o planean radicarse en otro lugar. • Edad: Su afectación directa en cuanto a salud, paciencia y tiempo, etc., lo cual repercutirá en el crecimiento y desarrollo de los hijos. • Factor tiempo: Si ambos padres trabajan, deberán plantearse quién cuidará del bebé cuando nazca. • Etapa de vida: Analizar las ambiciones personales, afectivas y laborales, entre otras. • Aspecto económico: Elaborar un presupuesto ajustado a la realidad de la pareja, ya que un bebé implica un alza considerable en la finanza familiar.

La pareja debe tener claro que para lanzarse a esta aventura de amor, que es el formar una familia, se necesita que ambos protagonistas se comprometan a trabajar juntos en forjar bases sólidas de amor, respeto, confianza, comprensión, solidaridad, que conllevarán al sano desarrollo y crecimiento de sus hijos.

Ser Mamá

Cada una de nosotras tiene una expectativa diferente de lo que significa ser mamá, esto tiene relación a nuestra propia experiencia como hijas, al estilo de maternidad que hemos vivido desde nuestra madre, abuelas, tías y otras mujeres adultas que pueden haber estado a nuestro alrededor mientras crecíamos, de quienes aprendimos lo que queremos imitar, y de lo que nos gustaría diferenciarnos, al momento de ser “mamás”. Con el nacimiento de nuestro primer hijo nacemos como madres, y es junto a éste que iremos creciendo y definiendo nuestro estilo de mamá. Descubriremos que frente a cada hijo existe la posibilidad de actuar o reaccionar de forma diferente, pues aunque seamos la misma persona, tenemos con cada uno de ellos una relación única ya que ellos son diferentes entre sí.  Esto nos permite descubrirnos con un infinito de posibilidades personales que podremos aprovechar para ser la mejor versión de nosotras mismas. La maternidad implica la responsabilidad de amar, criar, guiar y proteger a nuestros hijos, ser su ejemplo, señalarles el norte.

Esta tarea no es delegable… es un acto amoroso que dura toda la vida, pero evoluciona constantemente en la medida en que nuestros hijos crecen y maduran.

Cuando recién nacen ocupan todo nuestro tiempo, atención y cuidados. A medida que aprenden a caminar empezamos poco a poco a soltar sus manos y a acompañarlos en su caminar por la vida.  Siempre pendientes, poniendo límites y reglas, armando sus rutinas, dándoles guía, atención y cuidados. Permite que se vista solo a los 4 años y ayúdale a abotonar su camisa; que haga sus deberes solo a los 6 años, después de haberlo ayudado a organizar sus tareas; y así, permitir que crezca, madure y gane autonomía, para que a la hora de ser adulto y tome las riendas de su vida, lo haga de manera independiente y segura.  Pero seguiremos siendo sus madres, y estaremos allí cuando nos necesiten, siempre para amarlos y darles compañía y buen consejo.  

El amor de Mamá, una mirada que construye autoestima

¡El poder de la mirada! Las miradas son poderosas a la hora de transmitir un mensaje, pero la mirada de mamá es trascendente. Una mirada, dependiendo como sea ésta, lleva un claro mensaje de amor, aprobación, así como desprecio o reprobación.

La mirada lleva un mensaje que va directo al alma, y se queda grabada en la memoria emocional con un significado;

Por lo tanto a mayor cantidad de miradas de amor, mayor autoestima; a mayor cantidad de miradas de reprobación será mayor la descalificación recibida.  Estas miradas se van grabando de tal manera que nuestros hijos se construyen frente a ellas, es como un espejo en el que se ven, ahí radica nuestra responsabilidad, en que debemos devolverles una mirada honesta, fiel reflejo de ellos.  Que sume más en positivo a que reste en negativo, pues esa es la manera en que ellos aprenderán a quererse a sí mismos. Es en la mirada de mamá en la que encuentran complicidad, descanso, consuelo en los momentos en que ellos lo necesitan, por esto es tan importante que estemos presentes para ellos, sea que perdieran un partido de fútbol, se pelearan con la mejor amiga, o les terminó la novia; si ellos han sentido en su vida que pueden descansar en la mirada de mamá, lo seguirán haciendo y la seguirán buscando.

 “La mirada de amor de mamá es un regalo para toda la vida”

El legado de Mamá... Las tradiciones familiares

Al ser mamá tenemos oportunidades excepcionales, de las que no siempre estamos conscientes, pero si somos capaces de proyectarlas, descubrimos el enorme poder de influencia que tenemos, y cómo, a través de éste, podemos sembrar en nuestros hijos la experiencia de hábitos, costumbres y tradiciones que formen parte del bagaje emocional familiar y por lo tanto, construyan vivencias familiares importantes que puedan transmitirse de generación en generación, que unan y le den sentido de pertenencia.  Comienza desde que son pequeños, no esperes a que sean adultos para hacerlo. Si vienes de una familia de tradiciones, puedes continuar con algunas y reinventar otras adaptándolas a los tiempos modernos, pero si vienes de una familia sin costumbres que los una, tienes la posibilidad de empezar tú.

  • Hay familias que se reúnen a comer cangrejos o ha hacer una fritada y gozan tanto de esto que lo convierten en una tradición,
  • O los domingos en la noche a jugar juegos de mesa.
  • Ven películas los lunes y al finalizarla, conversen acerca de ella, qué les gustó, qué les sorprendió.
  • Conversan de temas interesantes durante el almuerzo, donde pueden todos opinar, preguntar y aprender a tener criterio.
  • Van al fútbol en familia.
  • Arreglan el jardín.
  • Visitan enfermos o personas necesitadas.
  • Otras eligen ciertos platos especiales que a todos les gustan para celebrar los días de fiesta de tal forma que con solo imaginarlos todos esperan que llegue ese día. En mi familia es tradición una muselina de chocolate con biscotelas que solo comemos en Navidad y Año Nuevo, y todos esperamos con ánsias la tan esperada muselina!
  • Hay otras familias que eligen cierto día de la semana para reunirse con todos y ponen de su parte para tener un día muy bonito, acogiendo con cariño a los suyos. Esto debes llevarlo con inteligencia, ya que cuando los hijos se casan y hacen su propia familia, tienen que acudir también a la casa de los padres de su pareja.  Lo mejor es conversar con todos y acordar un día a la semana, que puede ser sábado o domingo, o como una tía muy querida que reúne a sus hijos y nietos un día miércoles, todas las semanas para que pueda ir y encontrarse.  Así se van conociendo los hermanos, cuñados, y nietos.

No importa lo que decidas hacer, importa que se reúnan, se conozcan, compartan y se creen vínculos que los acompañarán siempre. No sólo hay que provocar y planificar la actividad o reunión, sino también transformarla en algo agradable para todos, crear un ambiente que contagie a los miembros de tu familia para que quieran y busquen repetirlo.  Hay quienes dicen que detestan el día de la madre porque su mamá siempre se ponía triste, o porque se reunían y sólo discutían los adultos, o que celebrar cumpleaños es feo porque sus papás tenían siempre conflictos en esa fecha. Cuidemos que sea un momento de unión, pues así estaremos sembrando positivamente.  Muchas veces puede ser muy cansado, pero lo importante en la vida nunca es ni sencillo ni fácil, y el beneficio es inmenso.  Inténtalo y verás cómo resulta en una experiencia de amor. Lea también: Buscar ¿Cuándo comienza a existir el ser humano ? 

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Cómo ser padre y madre a la vez

Muchas de nosotras las mamás, contamos con la compañía y apoyo de un esposo que es padre junto a nosotras en la hermosa labor parental, pero esta no es una realidad para todas.

¿Cómo puedo guiar a mis hijas en la adolescencia?

Estimada Dra. Reciba un cordial saludo. Mi interés especialmente radica en como debo guiar a mis hijas que tienen 10 y 11 años, están ya pasando a la adolescencia y necesito orientación para esta etapa como tambien para su etapa escolar que se viene. Agradeceré su respuesta.

Alexandra

 

Estimada Alexandra

Tus hijas de 10 y 11 años están iniciando con toda seguridad la etapa previa a la adolescencia que es la preadolescencia

En la preadolescencia es cuando se inician todos los cambios físicos de tal manera que para cuando comienza la adolescencia ellas tienen ya todas las funciones reproductoras desarrolladas.  A la edad que tienen es muy posible que ya notes el botón mamario desarrollado lo que te indicará que el proceso a comenzado.

Con este inicio podrás observar que podrían tener algunos cambios de humor, van con facilidad de la tristeza a la alegría, también es natural que empiezan a dar más importancia al grupo de amigas y a lo que ellas digan o hagan sobre lo que tú les dices, lo que puede dar inicio a confrontaciones y a medir fuerza entre ustedes.

Es importante que en ésta etapa tú como mamá estés muy atenta a sus cambios para que puedas acompañarlas en el proceso, esto quiere decir que te anticipes y les digas todo lo que les va a suceder: como crecerán sus senos, que tendrán vello púbico y en las axilas, que deben usar desodorante, que eventualmente llegará la menstruación, que podrán salir espinillas o algo de acné, de tal manera que ellas conozcan sobre estos cambios como algo natural por los que todas las mujeres atravesamos en el camino para ser adultas.  Cuando converses con ellas, es muy posible que les de miedo y rechacen el proceso, ayúdalas a que lo vean con naturalidad y para esto tu debes ser la primera en aceptar los cambios como algo positivo.

Seguramente te pedirán más permisos que antes, lo que deberás ir evaluando, pues seguramente habrán algunos que podrás darles porque son adecuados a su edad, y otros que no les darás porque son para chicas mayores.

La etapa escolar hasta 7mo de básica seguramente verás muy pocas diferencias, pues el gran cambio es cuando pasan a 8vo de básica que es ya secundaria, y no solo los tratan con mayor exigencias los maestros, sino que los cambios físicos y los intereses de tus hijas y sus amigos serán ya distintos a los que tenían en la primaria

 

 

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