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La presión de grupo en la adolescencia

Desde la pre-adolescencia los chicos giran de la familia hacia los amigos, teniendo éstos un lugar preponderante en sus vidas, lo que se intensifica en la adolescencia.

El grupo de amigos es importante porque le da al joven un espacio entre iguales en donde fortalece su identidad entre chicos que comparten los mismos intereses y valores. En el grupo de amigos los chicos se sienten cómodos, pues son más las afinidades con sus amigos, que las diferencias.

¿Qué es la presión de grupo?

Es la influencia positiva o negativa que el grupo ejerce sobre un miembro, así pues, para ser aceptado la persona debe comportarse como el grupo espera que lo haga, o como ellos lo hacen.

Es positiva cuando la influencia te lleva a actuar de una manera buena en la que tiene un crecimiento personal, como por ejemplo ser solidario con los compañeros que lo necesitan.

Es negativa en el momento en que influye haciendo daño sobre sí mismo o a otros; como fumar, beber alcohol, hacer bullying, sexting, fugarse del colegio, tener relaciones sexuales prematuras, con tal de sentirte parte del grupo, sin atreverse a rechazar estos comportamientos por miedo de quedarse fuera.

 

¿Porqué ceden los jóvenes a la presión de grupo?

La necesidad de pertenecer a un grupo de iguales en la adolescencia es esencial como parte de su búsqueda de identidad, esta necesidad de ser aceptados por las personas que son importantes para ellos los lleva a tomar decisiones equivocadas y ceder ante la presión, lo que ocurre a los chicos inseguros con baja autoestima. De igual manera existe una dosis normal de curiosidad entre algunos chicos, que aunque tengan una adecuada autoestima deciden arriesgar o tienen una necesidad específica de desafiar a sus padres a través de estos comportamientos.

Así piensan muchos: “¿Qué tiene de malo? ¡Todo el mundo lo hace! Te vas a quedar sin amigos, si no opinas, o haces lo mismo que ellos”.
¿Qué podemos hacer los padres? La mayor prevención para no ceder a la presión grupal negativa es una alta autoestima y una noción clara de los valores, sólo así tendrá la fortaleza personal para decir NO al grupo, sin tener miedo a ser aislado. 

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

Constantemente escucho a padres decir mi hijo es inseguro, mi hijo tiene el autoestima baja, y ciertamente es una realidad para muchos niños, jóvenes y adultos. El autoestima es la mirada positiva o negativa que tenemos de nosotros mismos, que se construye a través de la mirada negativa o positiva que recibimos de nuestros adultos significativos, es decir, nuestros padres o quienes hagan las veces de éstos. Con el tiempo la mirada de otros, maestros, amigos, podrá ir completando la que tenemos de nuestros padres, que siempre será la de mayor fuerza al momento de construirla. Ya de joven y adulto seremos nosotros mismos los que podamos reconocer nuestras fortalezas.

Consejos para mejorar la autoestima de nuestros hijos

¿Qué podemos hacer para que nuestros hijos tengan un autoestima alta y sean personas seguras de sí mismas? La respuesta implica trabajar en nuestro estilo de educación, pues la forma como nos relacionemos con nuestros hijos, así como la forma como los eduquemos serán la clave para construir su autoestima. Aquí algunos tips:

  1. Errores como oportunidad de aprendizaje: la posibilidad de equivocarse y de resolver el problema con nuevas soluciones como una fuente para reconocer en sí mismo su potencial personal para salir adelante. Como padres tenemos la gran oportunidad de trasmitir a nuestros hijos que los errores tanto de ellos como nuestros no son un fracaso, mas bien una oportunidad para aprender de ellos y resolver las cosas de una manera distinta. De esta manera damos a los errores un enfoque positivo de aprendizaje.
  2. Sentirse parte de la familia: El sentido de pertenencia nos construye como personas, es el hecho de sentir que alguien me espera en casa para quién soy importante. Que mi presencia en esta familia no es invisible, que es significativa, existo para ellos con lo cual me siento amado.
  3. Respeto mutuo: Si le pido a mi hijo que me respete debo respetarlo a él de igual manera. El respeto tiene dos vías. Un hijo que crece en un ambiente en dónde es respetado como ser humano crece en dignidad, se sabe a sí mismo valioso por el hecho de existir, a partir de lo cual la única forma que conocerá de relacionarse será el respeto.  Un hijo que crece en el respeto es respetuoso con quienes lo rodea.  El mensaje que envía el trato respetuoso es mucho más potente que decir a cada momento "respétame" o "tienes que ser respetuoso".
  4. Comunicación asertiva: La comunicación clara y directa, sin juicio de valor, ni insultos, ni ironías, ni mensajes abiertos en los que es difícil responsabilizarse, les da mucha seguridad. Esta consiste en hacerse dueño de lo que se dice comunicando un mensaje claro a una persona determinada. Ej: Pablo, ¿arreglaste tu mochila?
  5. Animar en vez de alabar: Llenar a un hijo de alabanzas no ayuda en su autoestima, solo contribuye en que no tengamos credibilidad con lo que decimos, pues ellos no creerán que todo eso tan grandioso que decimos han hecho es cierto. Lo que les da seguridad es que reconozcamos su esfuerzo y los animemos a continuar con aquello que se han propuesto.
  6. Creer en que el es capaz: Conocer a nuestro hijo y confiar en sus capacidades, así como confiar en él como persona. Como padres somos los llamados a creer que nuestro hijo puede lograr sus metas en sus tiempos y con su estilo, así como confiar en su honestidad. Ellos perciben desde muy pequeños si nosotros creemos en ellos o no, lo cual va quedando marcado en su memoria emocional en la medida en que crecen. Cuando creemos en ellos les trasmitimos adicionalmente el valor del esfuerzo personal, pues sin él las metas no son posibles.
  7. Valorar su individualidad distinta a la mía:  Nuestros hijos son únicos e irrepetibles con lo cual serán distintos a nosotros.  Para que ellos se sientan amados y por lo tanto seguros necesitan sentir que sus padres lo aceptan con sus características propias y personalidad y gustos distintos a ellos.
  8. Reglas claras en casa:  Es necesario que nuestro hijo conozca las reglas que hay en casa para saber cual es el marco permitido.  Las reglas le dan seguridad al hijo pues tiene la certeza de lo que sí está aceptado, de cual es el comportamiento esperado y cual no lo es.
  9. Permitirle decidir y hacerse cargo de su decisión, sin criticarla: Demos a nuestro hijo dos opciones válidas para nosotros para que elijan una de ellas, así aprenderán a decidir. Cuando ellos elijan una respetemos su decisión, sin hacer caras negativas ni tratar de convencerlos de cambiar la decisión. Si hemos dado dos opciones igual de buenas y hemos dado la oportunidad de que ellos decidan es porque vamos a aceptar de igual manera cualquiera de las dos opciones propuestas.
Un hijo reconocido, valorado y amado será un hijo seguro de sí mismo.

La adolescencia: preguntas frecuentes

Para poder entender a los adolescentes y atravesar junto a ellos esta etapa de la vida de la mejor manera es muy importante tener claro cual es el sentido de la adolescencia y cuales los cambios más importantes. Definitivamente esto es lo que nos ayuda a los padres a no enfocarlo como un problema, sino a prepararnos para ser los mejores guías en su travesía. Transitar de la niñez a la adultez no es tarea sencilla, y es entre los 12 y 19 anos en que iniciamos esa etapa de transición que nos prepara para ser adultos. Es una etapa en la que además de los cambios físicos, conocidos por todos, hay un cambio a nivel del pensamiento, en la que desarrollan una gran capacidad de reflexión que lleva al adolescente a la formación de su identidad personal, a descubrir quién es, a desarrollar su autonomía y por la tanto alcanzar una nueva madurez. Esto implica una crisis de crecimiento, a través de la cual deben adaptarse a la nueva edad, y como es natural, surgirán dificultades, hasta que aprendan a vivir en ésta nueva edad.

1. ¿Por qué poner límites? ¿Qué otorgan los límites a los adolescentes?

Los límites nos educan, nos crean un marco de referencia en el cual podemos movernos, nos ayudan a desarrollar la voluntad y el autocontrol emocional, nos dan seguridad de cual es el camino correcto, regulan la convivencia diferenciando los espacios propios de los de los demás, nos permiten desarrollar el sentido moral, el buen uso de la libertad, el respeto y la responsabilidad, nos permiten sentirnos amados, pues hay alguien que se preocupa por nosotros lo suficiente como para incomodarse y sostener esos límites. Solo si tenemos límites podemos convivir con las otras personas en armonía. Los límites les permiten a nuestros hijos tener un modelo de padres, un estilo de familia. Los límtes son indispensables en la vida de toda persona, pero no podemos esperar a que sean adolescentes para ponerlos, estos no se improvisan, hay que empezar desde que son pequeñitos, así cuando sean adolescentes, no solo que los límites les serán naturales, sino que además, están más preparados para autogobernarse. Para poder desarrollar la personalidad se necesita de referentes claros y sólidos.

Un niño que crece sin límites, seguramente será un adolescente con trastornos de conducta.

2. ¿Cómo ponerle límites? ¿Cómo lograr que los respeten?

Recomiendo que en primer lugar los padres lleguen a un acuerdo sobre cuales son los límites que pondrán a sus hijos, para que puedan actuar como un equipo educador. Los limites deben ser claros, y los necesarios en temas específicos. Si nosotros queremos que tengan referentes para que puedan crecer como personas autónomas que usen correctamente su libertad no podemos convertir absolutamente todo lo que rodea su vida en normas, pues lo más probable es que desobedezcan una gran mayoría por sentirlas rígidas y exageradas. El exceso de normas les da la sensación que sus padres no confían en ellos y además que los creen incapaces para actuar con algo de independencia. Los límites son marcos de referencia, en ésta edad, los límites tienen que ver básicamente con horarios y permisos para salir, uso de aparatos electrónicos, rendimiento escolar y respeto a los padres y miembros de la familia. En la medida en que hayan crecido con éstos será natural que los respeten, sobretodo si los sienten coherentes a su edad y madurez.

3. ¿Cómo negociar con un adolescente?

Siempre habrá temas que no son negociables, que tienen que ver con los valores familiares, pero habrán otros temas que se podrán negociar. Para esto debemos estar claros en que es un tema negociable y cual no. Es positivo escuchar que tienen ellos que decir y cuales son los puntos en que sustentan su argumento. Si nos parecen válidos y no van contra los valores familiares, podremos acceder, pero si nos parece que es una manipulación o un capricho debemos sostener nuestro punto de vista por difícil que esta tarea parezca. Los temas en los cuales ellos piden negociar con más frecuencia tienen que ver con los permisos para salir y con la hora de recogida en una fiesta.

4. ¿Es bueno que participen en la fijación de reglas?

Hay reglas que no deben ser negociables, pero hay otras en las cuales les podemos preguntar a ellos que es lo que les parece conveniente, que opinan de esa regla, y esta opinión nos sirve como punto de partida para ser flexibles si nuestra opinión se encontraba en un extremo opuesto. Esto sirve mucho para las horas de regreso de las fiestas, si para un chico de 15 años los padres lo recogen a las 12:30 y el chico pide 2:30am porque a esa hora recogen a sus amigos, los padres podrán correr su permiso para la 1:30. Escuchar su opinión y tomarla en cuenta cuando es válida promueve que ellos se sientan escuchados y valorados como personas con criterio, piensan “soy confiable para mis padres, mi opinión importa”, a veces decidir así hace que todos ganemos, pues se toma en cuenta la petición del hijo dentro de la macro norma impuesta por los padres, manteniendo la autoridad intacta.

5. ¿Qué pasa con los extremos: ser muy permisivos o ser muy estrictos?

Existe una creencia en nuestros tiempos según la cual los padres que aman son los que permiten todo, dan todo tipo de gustos, para que los hijos puedan ser felices. Por otro lado están los padres que en oposición a los primeros son radicalmente estrictos. Ninguno de los dos extremos educan, el primero crea hijos débiles sin voluntad, muy desorientados, pues han crecido sin referencias claras, con baja autoestima e inseguros, el segundo, que radica básicamente en un exceso de control y rigidez, lleva a los hijos a sentir que sus padres no confían en ellos, promueven la rebelión, se corta el diálogo y se distancian padres e hijos.

El gran reto es ser padres valientes que ejerzan la autoridad, poniendo límites claros y suficientes.

6. ¿Cómo repercuten los gritos a la hora de imponer disciplina a un adolescente?

Los gritos solo sirven para que perdamos la autoridad y el respeto, frente a nuestros hijos. Son realmente la expresión del descontrol personal y la frustración que los padres podemos experimentar en cierto momento de enfrentamiento con un hijo. Para educarlos en autocontrol, primero debemos ser coherentes en nuestro comportamiento, aprender a contenernos, si nosotros gritamos, ellos también lo harán, pues lo habrán aprendido de nosotros.

7. ¿Se debe guiar, pero no controlar a un adolescente?

El control de padres a hijos es algo que debemos aspirar a ir retirando de la vida de ellos en la medida que van creciendo. El autocontrol es expresión de madurez y de que están listos para autogobernarse. Cuando los niños son pequeños, se los controla mucho, es la forma de educarlos, luego en la medida en que van creciendo vamos cediendo a ellos el control y éstos lo van asumiendo. De lo contrario estaríamos educando chicos inmaduros, irresponsables y dependientes, incapaces de tomar decisiones propias. Debemos tomar en cuenta que la mejor forma de guiar a un hijo es la de ser coherentes en nuestros comportamientos, ser referentes claros. Ellos nos están observando todo el tiempo, somos los modelos con los que ellos confrontan el mundo que ven afuera de la casa, y a partir de donde van construyendo su personalidad.

8. Ejemplos puntuales. Hasta dónde y cómo poner límites con:

  • Horarios.- Para poner horarios es indispensable conocer a nuestro hijo (hay chicos muy tímidos que les vendría bien un horario más flexible, pero si son chicos extrovertidos que nunca se conforman con ninguna regla, éstos deberán ser mas bien rígidos), saber con qué estamos de acuerdo y con que nó, conocer cuales son los horarios comunes entre los amigos y coherentes a la edad.  Por ejemplo, a los 12 anos se va al cine de las 2h00pm, no a las 6hoo de la tarde, cuando se tienen 15 anos ya se puede ir al cine más tarde, y a los 18 a la última función, así es en todos los aspectos, de menos a más, de acuerdo a la madurez y ganándose la confianza de los padres. A mayor madurez, mayor libertad.
  • Apariencia.- La apariencia es un medio a través del cual los jóvenes expresan su identidad, pero esto no quiere decir que sea una vía libre para que hagan todo lo que ellos quieran. Los padres como guías debemos fomentar que se sientan cómodos y desarrollen un estilo propio, no el nuestro, sino el de ellos, pero dentro de unos límites. Que importante es educar la apariencia, no porque algo esté de moda, y son jóvenes, o sea su estilo, se debe permitir todo. Si nuestra hija quiere salir de casa con un vestido diminuto, por más que la moda sea mini, habrá que tener un límite con lo que se ensena. Debemos elegir las batallas, ser firmes en lo que realmente es importante, pues corremos el riesgo de desgastarnos en insistir que nos gusta más como se los ve con la camisa a rayas que acabamos de comprar y pretender que la usen, en vez de permitir que se pongan la que a ellos le gusta.
  • Amistades.- En ésta etapa de la vida, los amigos tienen un rol preponderante en la vida de nuestros hijos, ellos intentarán llenar todos sus espacios libres con la compania de éstos, y si los padres no ponemos horarios, simplemente, no los veremos más. Hay que establecer tiempo para amigos y tiempo para la familia.
  • Enamorados (as).- Hay chicos más enamoradizos que otros, pero es la etapa natural para fijarse en el sexo opuesto y tener enamorados. Como en todos los otros aspectos el hecho de tener o no enamorado, y la frecuencia de los encuentros, tendrá que ver con la edad y madurez. Si un chico de 14 años tiene una enamorada, seguramente se verán cuando vayan al cine con todos los amigos, o a una reunión, si son mayores de 17, querrán verse más a menudo, por lo tanto los padres tendrán que establecer horarios de visita, y establecer reglas sobre ésta (tiene que estar uno de los padres presente en la casa, y se recibe la visita en la sala, no en el cuarto). Con relación a los enamorados hay que cuidarse mucho en como se plantea el tema en casa, pues cuando se sataniza el tener enamorados, lo más probable es que elijan una relación a escondidas, siempre será mejor que lo hagan de frente con el conocimiento de los padres.
  • Uso dispositivos electrónicos (celulares, computadora, internet).- Los medios interactivos son la forma como los adolescentes se comunican, y requieren un límite, de la misma forma en que hace 20 años se lo hacía con el uso del teléfono. Estos límites deben estar claros. Por ejemplo, el celular no se lo lleva a la mesa, se lo apaga en la noche a la hora establecida por los padres, hay muchos chicos que esperan que los padres se duerman para mensajear por el chat con los amigos a altas horas de la noche, si ellos no han aprendido a controlarse, los padres pueden confiscar los celulares en la noche y entregarlos en la mañana, establecer horarios para su uso, si desde los 12 años tienen uso ilimitado de estos recursos, cuando lleguen a los 18 no sabrán como controlarlo, y seguramente pasarán horas ilimitadas al frente de una pantalla. Inicialmente el control deberá ser establecido por los padres, y poco a poco, al demostrar el chico que hace buen uso de estos recursos, los padres podrán ir disminuyendo estas reglas porque el hijo ya las habrá hecho propias.

 

 

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