Conyugalidad como Estatus
Pienso que la forma más práctica de comprender la diferencia es mirando lo que ocurre cuando somos “socios de un club”, nuestro estatus es pertenecer a ese grupo humano que coincide en deportes, ideas, o apreciaciones comunes. Se juntan para compartir esos intereses y se toleran las diferencias que surgen de esta interacción.
Conyugalidad como Proyecto
Los cónyuges: esposos, movidos por la fuerza del amor deciden unirse para formar un proyecto que les ocupará la vida entera.
Proyecto que los ocupa, mueve e impulsa a buscar múltiples maneras de hacer feliz a quien uno ama, pues ahí está la gran fuente de la felicidad personal. Esta decisión es mucho más que un simple sentimiento (que puede ser pasajero), lleva a las personas a conocerSE para asumirSE y poder desplegar al máximo las fortalezas, trabajando en las debilidades personales, las que con amor, comprensión y paciencia, son aceptadas y apoyadas por el otro, para emprender múltiples acciones que conducen a esa felicidad anhelada: los hijos, el desarrollo profesional, económico, etc… pero especialmente la construcción de una relación fuerte, transparente, solidaria, serena, profunda que llevará a ambos a una complementación imposible de alcanzar en relaciones fugaces, light, pasajeras…
Un proyecto que es único, despierta creatividad para renovarse y reiniciar siempre, es común sólo de los dos y esto nos mueve a motivarnos, cuando alguno, preso del afán de cada día, pierde el norte o se desmotiva; y es exitoso en a medida que invirtamos tiempo, energía, dedicación, empeño y sabiduría para impulsarlo con pasión, dedicación y fortaleza.
Algunos puntos para compartir:
1. ¿Tenemos un proyecto?
2. ¿Qué caracteriza nuestro proyecto conyugal, familiar?
3. ¿Es común?, es decir, ¿los dos lo estamos asumiendo?
4. ¿Es exitoso? ¿Qué le falta para serlo?