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¿Cuáles son los temores esperados en los niños pequeños?

Los niños experimentan numerosos miedos en el curso de su crecimiento. La mayoría de los miedos infantiles son transitorios, de intensidad leve y específicos de una edad.

Entre los 2 y 4 años aparecen temores como:
• usar el inodoro,
• animales en general; siendo el de los perros el principal miedo a los 3 años.

A los 4 años la causa más común es a la oscuridad.

A los 6 el miedo a:
• la escuela,
• la oscuridad,
• catástrofes,
• seres siniestros (brujas, fantasmas, personajes de series o películas) son las causas principales.

Alrededor de los 6 – 9 años cuando ya hay más consciencia social, aparece el temor al:
• ridículo por carencia de habilidades sociales,
• temor por fracaso escolar o
• temor al fracaso deportivo son los motivos más comunes.

No obstante, algunos miedos de infancia, pueden estar presentes hasta la edad adulta, y causan un malestar clínicamente significativo al niño y/ o interfieren en su vida diaria en aspectos sociales, familiares, o escolares.

Conviene por lo tanto diferenciar los miedos normales, propios de la infancia, que espontáneamente o con un poco de ayuda se superan de aquellos miedos “patológicos” o fobias que requieren tratamiento psicoterapéutico.

Manifestaciones y causas

Nos encontramos muchas veces con niños que en la escuela que mantienen un comportamiento particular:

Movimiento frecuente en la silla sin levantarse de ella, mirada de temor, inquietud en sus manos, voz temblorosa, repeticiones en el habla, tics, mordida de uñas, llanto frecuente, como si algo los amenazara y están alertas para reaccionar ante cualquier posible peligro a su alrededor…. Los cambios en las rutinas, el tono de voz alto del maestro, las demandas relacionales, etc. pueden ser causa de que se active esa alarma en el niño y se genera un estado de temor o de ansiedad. Muchas veces las causas no solo están alrededor de las situaciones escolares, sino que son por motivos familiares: separación o discusiones de los padres, dificultades económicas percibidas por los niños, falta de control del comportamiento entre los hermanos, e incluso maltrato infantil.

Puede ser algo pasajero, puntual o un estado de alarma que se convierte en permanente y que no le permite estar tranquilo y en condiciones apropiadas incluso para atender con todos los sentidos a la clase. La sensibilidad aguda de algunos niños los hacen más propensos a afectarse por situaciones que son asumidas como amenazas para ellos, mientras que para otros la misma causa simplemente no tiene importancia.

Lo aprendido en casa:

Muchas veces estos aprendizajes sobre los temores son aprendidos también por los niños del modelo de sus cuidadores. Si mamá se sobresalta con exageración por algún hecho, si abuela exagera las emociones negativas, si los diálogos familiares giran alrededor de los problemas mundiales…. estos temas pueden ser interpretados negativamente por los niños y asumir este estado de alarma frecuente, reaccionando con sobresaltos, sensibilidad y llanto, o irritabilidad. Los niños con rasgos de ansiedad, también pueden presentar niveles de inseguridad. Demandan aprobación frecuente de sus maestros, o incluso pueden asumir una posición de incapacidad frente a pequeños problemas.

Recomendaciones:

Si usted recibe comentarios de la escuela sobre los síntomas descritos es conveniente revisar cuales son las causas que pudieran estar afectando. Converse con el niño, pregúntele frontalmente que le causa temor, cuales son las cosas que le podrían generar miedo, póngase usted como ejemplo de sus temores cuando era pequeñ@. Trate de atender las demandas y aclarar racionalmente o concretamente cuales son temores reales y cuales son imaginarios. Destaque con frecuencia los aspectos positivos de los maestros de la escuela, para que sienta que puede confiar en ellos y pedirles ayuda si lo necesitan. Evite temas que a un niñ@ pequeñ@ puede generar ansiedad, no se trata de ocultarle los problemas pero si no es necesario comentárselos, es mejor evitar contenidos que pueden ser impactantes a sus edades.

Trate de guardar la calma, de transmitir serenidad y de racionalmente encontrar respuestas para temores infundados, bríndele seguridad al niño. Considere que si a pesar de su intervención, los miedos impiden a su hij@ tener un desempeño esperado, sería el momento oportuno de buscar un apoyo profesional para evitar que las conductas se complejicen.

 

 

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